Nuevas razones para quejarse del hotel

[26/7/2002]

  • La habitación es mucho más chica que la vez anterior, y las grandes “están todas ocupadas”.
  • El ascensor se detiene veinte centímetros por arriba o por abajo de donde debe.
  • El botiquín es un espejito enmarcado en un pedazo de plástico, con un estante también de plástico que alcanza justo para que el vaso con los cepillos de dientes parezca resistir pero acabe cayéndose. El conjunto cuelga de un tornillo clavado en la pared y se balancea como el péndulo de un reloj descompuesto.
  • Dejan hervir el paraguas demasiado tiempo cuando tratan de hacer café.
  • De las cuatro computadoras conectadas a Internet andan tres. De esas tres, dos se cuelgan. La restante es tan lenta que no se distingue si está funcionando o no.
  • En el placard hay cuatro perchas para tres personas. Rsolvemos que el nene no cuenta y usamos dos perchas cada uno.
  • Durante varias horas diarias se oye lo que parece una vieja hamaca de plaza (ñic, ñic…, ñic, ñic…). Y nadie recorre las habitaciones explicando qué cuernos es en realidad.
  • El encargado debe tener veinte años menos que yo.
  • El colchón se hunde hacia la derecha, mientras que en casa se hunde hacia la izquierda. Así, de noche no sé ni quién soy.
  • Las viejas están más viejas. Las jóvenes están más jóvenes. Ya no queda gente en este lugar.
  • El más revoltoso de los chicos es el mío.
  • Las medialunas de manteca son grasosas. Las medialunas de grasa son mantecosas.
  • El estudiante de hotelería que está haciendo una pasantía ya me habló tres veces de la gran oferta para ir al spa.
  • Los extraterrestres no se convierten en seres entrañables como en “Lilo y Stitch”.
Author: Eduardo Abel Gimenez

0 thoughts on “Nuevas razones para quejarse del hotel

Dejá una respuesta