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Siempre pienso que hago mal en dejar la música ahí solita, en vez de rodearla de explicaciones. Pero la duda se me pasa y abandono la música a su suerte, en parte porque si la tengo que defender entonces mejor que no sea escuchada, y en parte porque no sé cómo defenderla.

Pero esta vez la duda es más grande que de costumbre, y supongo que entre las causas hay que considerar que esta vez también la música es más grande: sesenta y nueve minutos.

Así que algo voy a decir, pero poquito.

Al comienzo hay poca variedad tímbrica, pero eso cambia después. Lleva unos siete minutos llegar al primer cambio importante en cuanto a timbres, y luego hay novedades cada pocos minutos. Las variaciones rítmicas son muchas, pero andan siempre alrededor de unas pocos modelos básicos. Eso sí, todo el tiempo aparecen “microclimas” (distintas combinaciones de ritmos, timbres, alturas, volumen, intensidad) que modifican lo que se percibe. ¿Armonía? Mucho do mayor, y mucha atonalidad. No soy quién para hacer progresiones armónicas. Así que paciencia: esto es largo, pero diría que quien entre con confianza irá recibiendo premios.

Claro que nada de eso era lo que quería decir. Quería contar algo sobre por qué, de dónde, hacia dónde. En fin.

Otra vez será. La duda sigue igual. Pensé que podía quitarme un peso de encima, pero no. Se ve que el peso viene de algún otro lado.

Author: Eduardo Abel Gimenez

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