Pelo

Me encuentro en el ascensor con la del octavo —la mayor, la que debe andar por los 85, la que oigo toser cada vez que baja o sube, y baja o sube muchas veces porque además de la hija con la que convive tiene otra a dos edificios de distancia y va y viene todo el tiempo, seguramente tosiéndole a la gente del otro edificio tanto como nos tose a los de acá—, que se mira al espejo y dice “Qué pelo tengo”. El pelo que tiene está teñido de rubio en partes, pero más que nada está parado, en punta, como caricatura de bruja que se hace pasar por rubia cuando es solamente canosa. La miro, dudo un momento —medio piso— y termino contestando “La agarró el viento”. No sé si la agarró el viento, porque siempre tiene el pelo así y me parece que el día está calmo; además, no venimos entrando sino saliendo, y el viento, que tal vez ni siquiera exista en este momento, no tuvo oportunidad de agarrarla. La cosa es que ella se da vuelta, me mira a mí, se inclina un poco como para verme más de costado, y remata “Usted también tiene el pelo feo”.

15 pelo

 

Author: Eduardo Abel Gimenez

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