Categoría: Bolsa sin clasificar

Cuadernos de escuela

Durante décadas, mi madre conservó cuadernos de cuando yo iba a la escuela primaria. En el nuevo blog “Cuadernos de escuela” aparecen las páginas de esos cuadernos (y una carpeta), en los mismos días del año en que las completé cuando era chico.
Estas son algunas muestras de lo que va a aparecer próximamente (click para agrandar):
 
 
 
Están todos invitados a este viaje por la infancia. Y ya que estamos: si tenés tus propios cuadernos de escuela, ¿por qué no les sacás fotos o los escaneás, y empezás tu blog? Me encantaría ver cuadernos de distintas épocas, distintos estilos, distintos países…

¿Nadie está solo?

Si busco en Google mi fecha de nacimiento, con la forma dd/mm/aaaa, lo primero que aparece es el resultado de las divisiones consecutivas: 0.00145001706. Pero después, sin mayor sorpresa, hay 74.200 resultados. Podría pasarme el resto de la vida descubriendo qué tiene la Web para decir sobre el día en que nací.

Si busco mi número de documento, con la forma xxxxxxxx (ocho dígitos), hay 2.780 resultados. Tres de ellos se asocian con mi apellido. Dos tienen que ver con el CUIT. El tercero lleva a un inmenso listado de proveedores del estado chileno. (Si busco el número xx.xxx.xxx hay solo cinco resultados. Pero el número xx,xxx,xxx, con comas, da todos los resultados iniciales. Google sabe eliminar las comas suponiendo que separan millares de millones, millones de miles de millones, y así, pero no los puntos con el mismo criterio.)

Si busco mi dirección, con la forma “Nombredecalle xxxx” (cuatro dígitos, comilas incluidas), los resultados son 1.270. Como vivo en un edificio con alrededor de cien departamentos, me imagino que aparecerán montones de avisos clasificados y cosas así. Pero no: muchos de los resutlados corresponden a una sola persona, que vive en otro departamento de este mismo edificio, y que aparece en infinidad de listados del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Así, Con Mayúsculas), entre otras cosas como administrador de consorcios.

No es mucho consuelo, ya sé. Pero qué difícil debería resultar sentirse solo desde que existe Internet.

Mi padre en 1942

A los 18 años, en la Libreta de Enrolamiento.

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Es un laberinto tan pero tan fácil que sólo tiene salidas.

Al despertarme

El ojo izquierdo contra la almohada. El brazo izquierdo extendido por la otra mitad de la cama. Arriba, rítmico chirriar de pajarraco del ventilador de techo, ruido de erres. Allá lejos los pies, olvidados uno sobre otro. Antes, las rodillas acumulando el crujido que harán al levantarme. La respiración lenta y a la vez superficial, para generar cada tanto un suspiro o un bostezo. El sueño, agotado. El día, todavía sin empezar.

Como agua


“Las formas del agua, las formas de la vida.
La memoria, la marea, los vidrios empañados.
Páginas húmedas, páginas con sed.

Como agua es un libro de metáforas, idea de Cecilia Afonso Esteves y Eduardo Abel Gimenez, con collages de ella y poesías de él.”

Ese es el texto de la contratapa de este librito para acunar y mirar muchas veces, que acaba de editar Del Eclipse. Hacerlo fue pura alegría, y verlo impreso expande la felicidad. (Foto por Cecilia A. E.)

Acabemos

“La primer jornada de capacitación…”

“La primer muestra de fotografía…”

“La primer semana de primavera…”

Dirán que soy un maniático, pero ver estas frases todos los días, en muchos lugares, me tiene harto, más que harto, podrido. Primero/primera es un adjetivo. Se usa primer antes de un sustantivo masculino, como en “el primer día”, “el primer insulto”. Si el sustantivo es femenino, corresponde primera: “La primera jornada”, “la primera muestra”, “la primera semana”.

¿Ya está? ¿Queda claro? ¿Me puedo ir a dormir la siesta?

Bueno, ahora que escribí esto acá me quedo tranquilo, porque sé que automáticamente todo el mundo va a empezar a hacerlo bien.

¿Que hora, me dijo?

Anoche, en la Argentina, se iba a adelantar la hora. Durante la semana pasada, el gobierno decidió no hacerlo.

Hoy, mi computadora (que toma la hora de algún servidor por ahí) amaneció adelantada.

Lo mismo el diario Clarín, que todavía ahora, a las nueve y media de la noche, dice que son las diez y media. La Nación, en cambio, se mantuvo en sus trece (o en sus doce). Algunos diarios, más precavidos, no tienen la hora a la vista en las páginas de inicio.

Gmail también está mareado, así que me encuentro contestando mails que todavía no me escribieron.

(En la compu de mi hijo nunca se sabe qué hora es. La pone bien, y al día siguiente marca cualquier otra cosa. Como si ella también estuviese entrando en la adolescencia.)

Cuento pavote, pero apropiado a la fecha

Las tres carabelas avanzaban con buen viento, ya cerca de la costa.

El nativo dejó a un lado el catalejo con que las estaba observando.

—Otra vez no —dijo, y apretó el botón.