[14/3/2002]
Por muchos sitios pasamos de largo. Ni los vemos, aunque por un momento estén delante de nosotros.
La cámara de video lo refleja bien, a su manera, cuando se mueve del punto 1 al punto 2, sin interés por los puntos 1,5 o 1,4142. Vemos veinticinco cuadros por segundo: esos puntos desaparecen sin darnos tiempo para registrarlos. También así pasamos de largo.
El video muestra movimiento, como la vida. Pero existe un truco que la vida no ofrece: podemos parar la proyección y ver los cuadros estáticos, uno por uno. Podemos detenernos en esos sitios de transición, que antes, al grabar o filmar, pasamos de largo.
Eso son las fotos que aparecen en esta página que acabo de agregar a mi sección “Modos de ver”. Cuadros detenidos que pertenecen a videos de sitios que pasé de largo, que la cámara pasó de largo, que estaban ahí pero no tuvieron la oportunidad de registrarse por completo. Extremadamente fugaces, en la percepción, en la memoria y en la cinta magnética.
¿Qué muestran? Hay algo parecido a fantasmas, espíritus de esos lugares por los que pasé de largo. Pero no los lugares propiamente dichos: son irreconocibles, tanto los de Madrid como los de Buenos Aires o Nueva York, o cualquiera de los demás, no tienen nada que los ate a su punto de origen.
Pero hay otro modo en que se han borroneado. Está pasando el tiempo. Los cuadros más viejos tienen, cuando escribo esto, once años de antigüedad, y siguen envejeciendo, distanciándose de aquel retazo de luz que los produjo. Lo que contienen, entonces, no son fantasmas: son fantasmas de fantasmas.
Los fantasmas de fantasmas tienen ahora diez años. Los originales, veintiuno.
Acá están las setenta y dos fotos, en un slideshow cortesía de Picasa Web Albums: