Mes: mayo 2002

Respuestas Para Acertijos Que Tal Vez Nunca Llegue A Inventar

[4/5/2002]

  • A las 8:25 y a las 17:43.
  • Alberto, porque Bernardo le cae mal a Claudia, y Edelmiro no usa chaleco los viernes.
  • 1.778.005.
  • Un abrelatas oxidado, una pared de ladrillo hueco y dos chihuahuas.
  • Sin.
  • La sensación térmica.
  • Con.
  • 6,3. Explicación: los valores posibles para A son 6 y 9, mientras que los valores posibles para B son 7 y 8. Luego, la única combinación de impares es 9 y 7, y 9×7=63. Dividiendo 63 entre diez, tenemos 6,3.
  • El agua estaba demasiado caliente.
  • Austria y Mali.
  • Porque esperaba otro llamado.
  • Diana, que es quien “sale de noche cada vez que llueve”.
  • Seis sillas y dos mesas.
  • 4 a 2.
  • Izquierda, derecha, izquierda, derecha, derecha, izquierda, izquierda, derecha, izquierda, izquierda, derecha, derecha, izquierda, derecha, izquierda, izquierda.
  • 19%.
  • Suspendió la dieta el viernes al mediodía, cuando invitó a almorzar a su primera esposa.
  • El destornillador era demasiado chico, y a esas horas la ferretería ya estaba cerrada.
  • C, E, F, G, S, L.
  • En realidad se trataba de un sueño.
  • Sebastián cambió las tres monedas por una naranja, que encontró demasiado dulce. Cuando llegó su hermanito menor le dio la naranja empezada a cambio de un autito de plástico. Pero el papá pisó el autito sin querer, cuando llegó del trabajo.
  • Acostada.
  • 2, 5, 4, 3, 7, 5, 6, 2, 1, 9.
  • Diferente, pero sólo visto en el espejo.
  • Antes de caer por la escalera vio un mosquito.
[4/5/2012]

Claro, hubo una época en que yo inventaba acertijos. Y también los editaba, publicaba, administraba. Me dedicaba a eso.

Con el tiempo se va confirmando que nunca llegaré a inventar acertijos para estas respuestas.

Mail de Andrea

[4/5/2002]

“Me hubiera gustado [me escribe Andrea Zablotsky] llegar al final de tu narración sobre los gritos de la mujer y enterarme de qué fue lo que le pasó (¿no eran, acaso, gritos de placer?). De todas formas, muchas veces me encontré, después de varios meses (o años), con explicaciones de cosas que me habían hecho quedar con curiosidades parecidas. ¿No te pasó nunca?

“Sin ir más lejos, hace unos tres años, murió el diariero del puesto donde compraba el diario. El puesto estuvo cerrado por duelo un par de días y después volvió a abrir, con otro dueño. Obviamente me dio bastante curiosidad saber qué fue lo que había pasado con este buen hombre, que no era nada viejo. Hace un par de meses nuestro encargado se jubiló y vino otro, que trabajaba en el edificio que daba al puesto de diarios mencionado. Y charlando con él me vengo a enterar que una madrugada el diariero discutió con uno de los propietarios de aquel edificio, éste lo empujó, el diariero resbaló, cayó, se golpeó la cabeza con un extremo del puesto y murió. El propietario en cuestión era familiar de un diputado y estuvo detenido sólo un par de días. La pelea había sido por una deuda impaga.

“Lo que tendrías que hacer es ir por tu barrio charlando sobre los gritos de la otra noche. Una de dos: o te terminan internando en un loquero o terminás encontrando a alguien que te aclare las cosas (quien te dice, a la tipa en cuestión…).

“A mi también me dio gracia el cartel de ‘bienvenidos’ en el negocio de celulares del subte, que está vacío. Me hizo recordar al cartel que una vez vi en una funeraria en una esquina de la calle Gaona, que antes había sido un banco. Decía: DEPOSITOS FUERA DE HORARIO. Tétrico…”

[Yo agregué los links. Y no, todavía no sé por qué gritaba la mujer. Lamentablemente, estoy seguro de que no eran gritos de placer.]

[4/5/2012]

La narración sobre los gritos apareció en el blog el 1° de mayo. También está en MW+X.

Lo del cartel salió en un largo post del 27 de abril. Aquí está en MW+X.

Taché los links originales porque esas viejas páginas cambiaron (no sé bien por qué, ya que traté de conservarlas), y lo que aparece ahora es el archivo completo del mes correspondiente.

¿A dónde?

[3/5/2002]

[3/5/2012]

Esta imagen, que ahora cuesta entender, muestra un pedazo de ómnibus español. Es una captura del video que grabé en 1991, la primera y penúltima vez que fui a España.

Ascensores automáticos

[3/5/2002]

En el edificio donde vivo hay dos ascensores automáticos. No es fácil describir cómo funcionan. Para empezar, sólo se puede llamar a uno por vez. Se enciende una lucecita roja, y a esperar: el otro ascensor me ignorará por completo hasta que el primero haya venido. Pero en caso de que la puerta del ascensor llamado esté abierta mucho tiempo en otro piso, la lucecita roja se apagará y entonces sí, estará permitido llamar al otro ascensor.

Ahora supongamos que acabo de llamar al ascensor de la izquierda. Estoy en el sexto piso. El ascensor, que está en la planta baja, empieza a subir. Pero si en el trayecto alguien lo llama desde más arriba, por ejemplo del piso 18, el ascensor seguirá su ruta sin parar en el sexto. La luz roja seguirá encendida, y el ascensor de la derecha me estará todavía vedado. En cambio, cuando el ascensor de la izquierda esté bajando (seguramente con cuatro personas, que es el máximo, a bordo), ahí sí se detendrá en mi piso. Y luego de que haya seguido felizmente su camino sin mí podré llamar al ascensor de la derecha.

También es posible que el ascensor de la izquierda se detenga en mi piso durante su camino ascendente, si nadie lo llamó de más arriba. En ese caso, tras entrar en él y pulsar el botón de la planta baja, quizás me lleve. Pero también sucede que mientras entro alguien lo llama de más arriba, y en ese caso no importa que yo pulse el botón de la planta baja antes de cerrar las puertas: el ascensor me llevará nomás al piso 18. Luego sí, va a bajar (no estoy seguro de si lo hará parando otra vez en el sexto: ocurrió, peró no recuerdo bien en qué contexto de botones, vecinos e impaciencias).

Cuando veo que el ascensor que he llamado (en este ejemplo, el la izquierda) está en uno de sus malos días, suelo bajar al quinto piso para llamar al otro (en este ejemplo, el de la derecha). Es normal entonces que, mientras bajo la escalera, el ascensor de la derecha abandone su descanso en la planta baja y empiece a subir quién sabe a dónde. Igual lo llamo, pero de acuerdo con las reglas que ya describí no corresponde que pare en el quinto: seguirá su rumbo hasta las nubes. En tanto, el ascensor de la izquierda irá bajando suavemente hasta depositarse en el sexto, donde sus ocupantes abrirán y cerrarán puertas y hablarán pestes de esos vecinos molestos que llaman a los ascensores y luego se arrepienten.

Cuando el ascensor de la derecha llega al quinto es invariable que venga totalmente ocupado, de manera que debo dejarlo pasar. Y ahí se me plantea un dilema (mejor dicho, un trilema, aunque creo que la palabra no existe): 1) ¿Llamo al ascensor de la izquierda? 2) ¿Insisto con el ascensor de la derecha? 3) ¿Termino de bajar por las escaleras?

Robar ascensores, es decir, abrir la puerta de uno cuando está pasando sin intenciones de detenerse, es inútil y bastante riesgoso. Son ascensores rápidos, que se detienen en dos pasos. Abrir la puerta también detendrá un ascensor, pero seguramente a medio metro del lugar correcto, de manera que la puerta interior será imposible de abrir. Y aún con el timing perfecto que se necesita para detenerlo en el sitio preciso, el ascensor luego seguirá su ruta implacablemente, de manera que es muy difícil ganar tiempo.

Es de notar que no hay nada en la programación de los ascensores que disuada al chistoso del piso 10, que antes de salir del ascensor pulsa todos los botones. Quién sabe si tendrá la paciencia suficiente para ver y oír los resultados de su brillante acción.

A mí, haga lo que haga, se me arruina el día.

La vida

[3/5/2002]

Primero debo lograr hacerlo diez veces seguidas. Luego debo repetir diez veces ese logro. Hecho eso, hay que hacer todo eso nueve veces más, todas idénticas. Así es la vida.

[3/5/2012]

Todavía no terminé.

Macetas

[3/5/2002]

Cada día acomoda las macetas del balcón en un orden diferente. Desde la ventana de enfrente, sin que me vea, hago un croquis con cada nueva distribución.

Un día, furioso, la llamo por teléfono (ella no sabe que tengo su número, no me conoce).

—Te repetiste —le digo con voz tensa.

Al otro lado hay un silencio largo. Finalmente, suspira.

—Idiota —responde—. Ahora tengo que cambiar el código.

4×4

[3/5/2002]

Mide menos de un metro cincuenta. Tacos incluidos. Rulos teñidos de rubio también incluidos. Pasa junto a mí, sin veme parado en la calle a un paso de la vereda, preparado para hacerle señas al colectivo que viene. Está muy ocupada consigo misma, le lleva mucho tiempo y mucha energía mantenerse de una pieza. Recorre por el lado de afuera la hilera de autos estacionados, mientras busca y sacude unas llaves en la cartera.

El auto de ella es el más alto, una 4×4 roja, imponente, de escultor, para seis osos gordos. Cuando se sienta al volante, apenas se le ve la cabeza a través del parabrisas.

Contar

[3/5/3002]

Decidió contar todas las hojas de un árbol. Como no era tonto, eligió uno de hojas perennes.

[3/5/2012]

Moraleja: no se frustró, pero todavía está contando.

Palabras clave

[3/5/2002]

(Bueno, ahora voy a tener mucho más tráfico en esta página.)

[3/5/2012]

Era irónico, claro. Sin embargo, originalmente puse las palabras de verdad, como texto, y así están allá en la Mágica Web. La pregunta es: si las palabras están, ¿cuál es la diferencia entre una granja de links y un sitio “legítimo”? Tal vez por pocas ganas de filosofía, tal vez porque estoy más viejo, tal vez porque vi muchos vertederos de basura en la Web, no me gustó la idea de meter semejante lista de forma literal. Así que la convertí en imagen.

En todo caso, no es en absoluto una de las páginas más vistas de la Mágica Web. (Según Google Analytics, entre fines de 2005 y ahora fue vista 95 veces.)

Levemente deprimidas

[2/5/2002]

Las mujeres mayores levemente deprimidas viven más tiempo, según un estudio sobre el que informa CNN. Bien. Pero no les digan, a ver si se les pasa y se mueren de alegría.

[2/5/2012]

El link no anda, lo que es levemente deprimente.