Mes: mayo 2002

Olor

[14/5/2002]

¡Blasfemia! Me gusta el olor de mis zapatillas sudadas y pegajosas. Sólo el de las mías, claro. Hay millones de zapatillas que odiaría tener que oler. Ahí está. Lo escribí. Qué tanto.

[14/5/2012]

Supongo que no era todo mérito de mis pies, sino también de la marca de zapatillas. Acabo de probar con las que tengo puestas, que son otras muy distintas, y no me gustó.

Pizzería

[14/5/2002]

Llamó a la pizzería para pedir una grande, mitad roquefort y mitad atún. Se le ocurrió que podía decir:

—Que la mitad de atún sea la de arriba.

Pero no lo hizo, temiendo que lo tomaran por loco. Entonces pensó en agregar:

—Que la mitad de roquefort sea la de la izquierda.

Y tampoco lo hizo, temiendo que lo tomaran por idiota.

Cuando colgó, la vida era un poco más triste. Igual, la pizza estuvo deliciosa.

Reportaje a Enrique Morente

[14/5/2002]

Reportaje a Enrique Morente, el gran cantaor, en el diario El País. El hombre tiene por escrito casi la misma gracia que cantando. (Gracias a Marcial Souto por el link.)

[14/5/2012]

Morente responde sobre la “piratería” (con eje en la venta de discos piratas en la calle, no es de Internet que habla):

P. El otro asunto caliente es la piratería.

R. También es delicado, y también afecta más a los músicos que a nadie. La industria tendrá que inventar otro sistema, pero mientras tanto la cuerda se romperá por el sitio más débil. Por otro lado, aceptar que los inmigrantes vendan en mantas es absurdo. Mejor darles trabajo y que vendan en tiendas. Pero es la pescadilla que se muerde la cola. Las compañías han inventado los cacharros que sirven para grabar. ¡A ver si ahora vamos a querer que los cacharros no funcionen, que se rompan al grabar un CD y la gente tenga que comprarse diez aparatos al mes! ¿Y así lo que pierden con la música lo ganan en tornillos? En fin, es una cosa seria y hay mucha gente afectada, pero pedir al público que no compre y al vendedor que no venda… Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca. Luego hay otra cosa. En una época, grabar un disco de flamenco era una odisea, un milagro. Mucha gente de generaciones anteriores se quedó sin grabar. Ahora te lo puedes hacer en casa. Así que la piratería es un mal, pero un mal menor. Seguramente hay problemas más serios que resolver, como el que tiene Palestina con ese bárbaro del gorrillo, que demuestra una vez más que estamos vivos de milagro. Aunque es verdad que si lo de la piratería no se resuelve, yo me veo en el Rastro con mi manta. O vendiendo mantas a los de la manta.

Más recortes

[13/5/2002]

Ahora no podemos parar. Seguimos plegando papeles y recortándolos, como hicimos ayer. Salen cosas así:

Mail de Luisa

[13/5/2002]

¿Qué hago con tanta irrelevancia?, pregunté hace unos días, como introducción a una catastrófica serie de cuestiones sin resolver. Me contesta Luisa Axpe:

Hace ya un tiempo descubrí, no sin ayuda, que a mí me dan más trabajo las cosas que no hago que las que hago. Y sí; cuando todo se acumula en un montón desordenado de obligaciones y problemas como goteras y conflictos y declaraciones juradas y dentistas no visitados y facturas impagas y libros no escritos, el peso se vuelve en contra de las ganas de sacárselo de encima: pesa tanto, que ni para eso podemos movernos. Pero no hay que dejarse engañar. Somos mucho más fuertes de lo que creemos. Siempre se puede encontrar una salida. Hay trucos. Yo suelo ponerlos en práctica, aunque luego de un tiempo los olvido y llega un momento en que me quiero bajar del mundo. Hasta que, mágicamente, vuelvo a recuperar la memoria, y los descubro nuevamente. Algo tan sencillo como, por ejemplo, hacer UNA sola de todas esas cosas. No importa cuál; llega un momento en que todo está en el primer lugar de tu lista de prioridades. Elegí al azar, la que te resulte más fácil. Vas a ver cómo, apenas vuelvas de pedir turno con el oculista, por ejemplo, todas las otras cosas se van a alinear educadamente, una detrás de la otra (no pretendas conocer el lugar de cada una) y van a esperar pacientemente aunque te tomes todo el tiempo necesario para seguir. Automáticamente te vas a sentir mucho más liviano, el mundo se pondrá de color celeste o rosa (según el género) y vas a escuchar una canción de Elton John. Bueno, estas dos últimas sensaciones son optativas.

Hace poco me pasó. Desde febrero debía ir al dentista y al oculista, hacerme una ecografía, un análisis de colesterol y dos chequeos distintos, más adelante llevar a la gata al veterinario y un sinfín de tareas más. Todos los días pensaba “mañana”. Hasta que un día no pensé, fui a pedir turno para la ecografía. Salí del laboratorio con una sensación de euforia, sintiéndome una heroína (la proximidad de “euforia” y “heroína” es una simple coincidencia). Inmediatamente me cambió el humor. Claro, hay algo que no te puedo transmitir: qué me llevó a dar el primer paso. Quizás fue, como te dije antes, haber recuperado la memoria. Ja, como si fuera tan fácil. Si fuera así, escribiría libros de autoayuda. Hace falta un poco de magia. Y para eso, confío en vos. Sólo te pido un favor: no dejes de escribir, en la weblog o como sea. En cuanto al destornillador, qué sé yo, ponelo en el cajón de los cubiertos.

Mi primo y yo

[13/5/2002]

Creo que el chiste del cura miope me lo contaba mi primo José Luis, allá en la casa de mi abuela, cuando era su casa y ya no la mía. Yo tenía doce o trece años, él catorce o quince. Oíamos Revolver, de los Beatles, que acababa de salir. Mi primo puso el disco un día y me explicó qué buena era la canción esa de George, la que decía “Let me tell you how it will be, it’s one for you, nineteen for me”.

—Hacen el riff de tres formas distintas —me dijo mi primo, entre otras cosas sorprendentes. Sólo que entonces no se decía riff. No recuerdo cómo lo dijo él.

También me hizo ver de qué manera “I’m only sleeping” parecía que terminaba pero no, no, nada de eso, era como un chiste, seguía soñolientamente hasta que otra vez hacían el mismo truco y uno caía de nuevo como un gil.

Y estaba esa línea de violín, esa escala ascendente en Eleanor Rigby, que para mi primo era “un sueño”, y para mí también.

Lo cuento con la sensación curiosa de que estábamos haciendo historia. No sólo ellos, los cuatro dioses, nosotros también hacíamos historia al oírlos tan frescos, tan nuevitos, tan ignorantes del futuro.

Me llevó muchos años reconocer en ese disco lo mejor de los Beatles. Siempre preferí Sgt. Pepper, del que tuve un ejemplar antes que mi primo.

Recortes de papel plegado

[13/5/2002]

Ayer estuvimos los tres, mi hijo, mi mujer y yo, haciendo recortes de papel plegado, como este:

O este:

Hasta que Gabriel puso el punto final agregando un poco de marcador a uno de sus recortes menos convencionales, y obtuvo este pez en el agua:

(Les puse fondo negro al escanearlos para que se vean mejor.)

Dogs’s diary, cat’s diary

[13/5/2002]

Excerpts from a dog’s diary – Excerpts from a cat’s diary (gracias a Patsy).

[13/5/2012]

El link de arriba no anda. Pero el texto está por todas partes. Por ejemplo, acá. Hay otra versión.

How To Write Good

[13/5/2002]

How To Write Good.

Lluvia

[13/5/2002]

Desde atrás de mi ventana veo una cortina de agua que cae sobre la ciudad, una catarata que casi oculta los edificios que están a cincuenta metros. Hay verdaderas olas en la catarata, ráfagas más opacas que se alternan con otras. No suenan bocinas como hace unos minutos, cuando llovía poco y el tránsito se movía a paso de tortuga que jamás oyó hablar de la liebre. Con semejante lluvia, la gente entiende que la impaciencia es inútil.

En el edificio de enfrente, del que veo el costado, una pared enorme de ladrillo descubierto, hay una ventanita muy chica con la luz prendida. Es la única luz de toda esa pared. Queda a unos diez metros por encima de mí. Parece un faro en medio de la tormenta.