[4/7/2002]
- Cada dos por tres, el Outlook me avisa que la cuenta que elegí para enviar un email ha sido eliminada, y pregunta si no quiero usar la cuenta preestablecida… ¡que es la misma! Le digo que sí, y anda el pobre.
- Cualquier página que así lo desee puede cambiar las medidas de mi ventana de Internet Explorer. Cuando vuelvo a abrir el programa, conserva esas medidas que otros le dieron. Ahora, en cambio, las modifico yo (tirando del rincón inferior derecho), y cuando lo abro de nuevo… ¡conserva las otras! (IE6, Win 98 primera edición.)
- Pongo un disco virgen en la grabadora de CDs y el soft de Hewlett-Packard (HP CD-Writer) arranca solo. Hago un click aquí, un click allá, y rápidamente llego al punto en que hay que empezar a grabar. Entonces el programa eyecta el disco que puse al principio (y que lo hizo arrancar), y me pide… ¡que ponga un disco virgen!
Con respecto al punto 1, librarse del Outlook y usar Gmail es una de las grandes cosas que ocurrieron en este tiempo. Al menos cambiamos esos problemas estúpidos por otros más interesantes.
El punto 2 sigue en general vigente, también con otros navegadores. No entiendo la razón para permitir a cualquier página que cambie la medida de mi ventana. Y peor: a esta altura los únicos sitios que cambian la medida son los que, ante un click desprevenido, abren nuevas ventanas con publicidad. O los anticuados que muestran el contenido en una nueva ventana (y que en general usan Flash, ponen música sin avisar, son lentos, y sobre todo invitan a que uno los cierre y no vuelva nunca más).
No me acordaba del 3, y la verdad es que al leerlo de nuevo me reí con ganas.