Mes: septiembre 2002

Planetas de una estrella inexistente

[12/9/2002]

WTC

[11/9/2002]

La bahía de Nueva York desde el mirador del WTC, febrero de 1992 (foto capturada de video). Haber estado ahí arriba le da un componente más personal al tema.

El 11 de setiembre de 2001 fue un golpe indescriptible. Otro golpe indescriptible es lo que el gobierno de los Estados Unidos hace y planea hacer con semejante excusa. Me temo que terminaremos aborreciendo cualquier imagen de esas torres, que allá por 1992 eran simplemente parte de un paisaje sorprendente.

No es

[10/9/2002]

No es un paracaídas eso que cayó, que abandonaron, en el techo de al lado, visible desde mi ventana, esa cosa de tela amarilla de la que salen unos hilos largos medio anudados, con una mancha de color que podría ser sangre, ese objeto sin forma que se aferra a las chapas negras como si no quisiera seguir volando. No, no es. Lástima.

Boutique

[9/9/2002]

En el autoservicio que está a la vuelta trabajan dos cajeras coreanas, muy bonitas. Todos los días llevan ropa diferente, nueva, elegante. Creo que el autoservicio es la fachada de una boutique de lujo, a la que sólo entran las clientas seleccionadas, poniendo cara de póker, atravesando esa puerta ennegrecida que simula dar sólo a las bolsas de carbón.

Specious

[8/9/2002]

The Origin of Specious. And why reductionists are winning the Darwin wars”, by Harvey Blume (The American Prospect, via Arts & Letters Daily).

[8/9/2012]

No lo encuentro completo, y hoy no tengo ganas de poner un link a un sitio que cobra para leerlo.

La plaza, el domingo

[8/9/2002]

La plaza Noruega, en el barrio de Belgrano, el domingo a la tarde:

  • Nene con uno de esos títeres con pico que se abre y se cierra haciendo clac clac clac.
  • Pareja que se besa, los dos sentados en un banco con las piernas en sentidos contrarios, los dos rubios de pelo corto.
  • Dos chicas que toman una botella de cerveza negra.
  • Perro que mira con melancolía el cartel que le prohíbe entrar al área de juegos infantiles.
  • Dos amigos de cuarenta y pico y barba de unos días, espalda encorvada, pelo desprolijo, que charlan sobre el trabajo que no fue.
  • El papel de caramelo que rueda y rueda y rueda.
  • El sendero gastado.
  • Picazón en la nuca.
  • Silencio, casi.
  • Las hojas verdes contra el cielo azul.

Pelo

[8/9/2002]

Algunas señoras mayores salen de la peluquería con el pelo como un casco recién germinado.

Alarma

[7/9/2002]

Trato de dormir la siesta, pero no puedo porque hace una hora y media que suena la alarma de un auto. Después mi mujer me dirá que el auto está en la esquina, frente a la lencería, pero ahora no consigo ubicarlo: sólo sé que suena y suena en algún lugar al otro lado de la ventana, de la persiana baja y las cortinas azules que decoran mi dormitorio, y suena de tal modo que no puedo dormir la siesta.

Es una de esas alarmas con seis sonidos diferentes, seis torturas cuidadosamente diseñadas para que ningún otro ruido las enmascare, para ser inconfundibles, para gritar ALARMA ALARMA ALARMA ALARMA en el oído de toda persona que se encuentre a menos de doscientos metros. Este ejemplar específico tiene una pequeña falla: cada vez que llega a la mitad de uno de los sonidos, una especie de insecto furioso que taladra el cráneo a mucha velocidad, se frena durante dos segundos, el tiempo suficiente como para creer que se apagó, y luego empieza de nuevo.

Me imagino un pisón gigantesco que baja de las alturas y aplasta el auto, una vez, dos veces, tres. Quedan restos de chapa ya oxidada. Pero la alarma sigue sonando. Viene una dobladora de metal, que pliega los restos en cuatro, en ocho, que hasta levanta las arandelas sueltas del piso y las entierra en el centro del metal. Pero la alarma, todavía, sigue sonando. Compactan todo para formar un cubo. Meten el cubo amarronado, que pesa una tonelada, en un camión que se va por la avenida hacia quién sabe dónde. Pero la alarma, como queriendo darles la razón a los dualistas, como un alma separada del cuerpo, sigue sonando. Seguirá sonando para siempre, durante horas, días, años. En el futuro más remoto, cuando vengan a estudiar los restos enterrados de esta ciudad, descubrirán un punto en que esa alarma todavía estará sonando. Y alguien propondrá la teoría de que la alarma es el centro del universo, que está fija a un sitio del entramado espaciotemporal, una singularidad desnuda que no se mueve en términos absolutos, en torno a la cual gira todo lo demás. Seguramente las leyes físicas pueden sobrevivir a la aplicación de ese tipo de simetría. Quien no puede sobrevivir soy yo, con la almohada en torno a la cabeza, acompañando sin querer los ritmos de la alarma con emisiones guturales, con los nudillos, con la lengua entre los dientes, pidiendo ayuda donde decididamente ya no la hay.

Teorías conspirativas

[7/9/2002]

Los hombres de negro. “Las teorías conspirativas son al imaginario colectivo lo que la paranoia es a la psicopatología. La ignorancia tiende a potenciarlas, pero como viven parasitando la realidad pueden llegar a hacerse muy verosímiles, como ocurre con tantas denuncias que circulan por Internet.” Excelente artículo de Pablo Capanna en el suplemento Futuro de Página/12, hoy.

[7/9/2012]

Nuevo link. “El mito asegura que en 1954 Eisenhower firmó un tratado diplomático con varias civilizaciones extraterrestres, haciéndoles grandes concesiones que comprometen seriamente nuestra soberanía planetaria. A cambio, obtuvo la transferencia de la tecnología obsoleta de los ET, que va desde el disco compacto hasta el microondas.”

Baños

[6/9/2002]

Escrito en el baño para damas de un bar: (*)

Dulce arena en mi piel.
Nunca te olvidaré.
Escrito en el baño para caballeros del mismo bar:
PLATENSE
VOLVERA
“A”
REINAR
COMO SIEMPRE
(*) Gracias a Luisa por el dato.
[6/9/2002]
¿Será recordada aún la dulce arena en esa piel? La Wikipedia no lo sabe. Pero sí sabe que Platense no volvió “A” reinar.