[10/10/2002]
Algo le faltaba a la esquina de Mendoza y Crámer. Al pasar casi cada día notaba un vacío indefinido, una especie de hueco que aún no había adquirido la forma de aquello que debía llenarlo. A diferencia de otras esquinas, esta parecía incompleta, difusa.
Hoy llegó el alivio, se resolvió el misterio: entre los autos, con un ojo en el semáforo y el otro en su arte, apareció un malabarista.
No los soporto.