En la calle las caras se superponen, se ocultan mutuamente, aparecen y desaparecen, la primera tapa a la segunda y luego descubre una tercera para que la segunda la cubra y aparezca una cuarta, y así sucesivamente, como cartas del mazo que uno esta mezclando antes de repartir, o como varillas de un abanico roto.
O como los patitos de goma de la feria, ésos a los que has de disparar para llevarte la muñeca chochona 🙂
O como las facturas de servicios que uno acomoda y vuelve a acomodar tratando de descubrir cómo y cuándo pagarlas.
Le pasaba continuamente a un amigo de profesión fotógrafo: cada vez que retrataba un rostro nunca los podìa ver una vez revelado el rollo.
Deben andar todos por la calle.
Deben ser esos que se superponen.
Lo mismo le pasa a la costa con las olas.
Es verdad, Gabriel y Gonzalo. Parece una característica muy difundida en este planeta.