Es posible que, después de todo, salvando las innumerables objeciones que se han hecho a lo largo de los últimos días y en relación a la mayoría de los temas considerados, sin por eso obviar los apoyos críticos, los consejos bienintencionados, el continuo fluir de ideas que enriquecieron el debate, aunque debamos también consignar el acoso de ciertos sectores poco constructivos, que si bien no han hecho mella en las convicciones sí han contribuido a drenar energías, tras momentos de zozobra cuando creíamos que todo se iría por la borda, así como de felicidad cuando comprendimos que finalmente llegaríamos a buen puerto, a pesar de los contratiempos que llegaron mucho más allá de lo previsto y pusieron a prueba el temple de cada participante, contratiempos que sin embargo sólo tuvieron el efecto de confirmar nuestro rumbo, de alentarnos a seguir adelante, de proseguir la senda trazada, no obstante, indubitativamente.
Lo que usted dice me recuerda a la vez que propiciando un desacostumbrado discurso tuve la insoslayable sutileza de percibir la insondable emoción de acatar los resultados de un sinfin de elogios los cuales han sido recogidos a la sazón cuando el impostergable camino había llegado a su insuperable cauce.