El hombre que está antes que yo en la ferretería pide:
—Medio kilo de clavos de una pulgada. Medio kilo de clavos de dos pulgadas. Y veinte clavos de tres pulgadas y media.
El ferretero se va detrás de una mampara a preparar el pedido. Como si nada, ignorante del modo en que me complica la vida, sin saber que quizás nadie logre jamás despejar el enigma de mi cabeza, el cliente agrega:
—Es que estamos arreglando una heladera.