Pone las llaves a hervir. Piensa en comprar más candados. Toma el café de la palma de la mano. Encuentra que la ley de gravedad vale menos que el vuelto del kiosco. Se suena la nariz con la sombra de un pie. Admira esa cara que aparece en el televisor. No sabe cómo apagarse. Es de noche: si no, sería otra historia.
En estos dias pensaba en algunas de estas cuestiones y recordaba un cuento donde la ley de la gravedad no se llegaba a formular gracias a que Eva impedía la caida de la manzana… Desafortunadamente no recuerdo donde lo leí (tal vez fue aquí y me estoy avergonzando con mi falta de memoria)>>Hace meses que no visitaba la blogosfera y una de las primeras cosas que me llama la atención es el cese de la Mágica Web (al menos con ese nombre y en esa dirección). Gracias por mantener los contenidos accesibles Eduardo!>>Saludos y Felices Fiestas! Que termines con bien este año!
Otra vez volvemos al asunto de que escribir microcuentos es burlar a la gravedad. Y digo “otra vez volvemos”, porque hoy es que he empezado a leer tu blog y voy descociendo el tiempo, del presente al pasado, y mi primer comentario acerca de la gravedad y los microcuentos, remite a un cuento futuro, que en esta noche de desestructuraciones sistemáticas, se supone aún no sucede. Pero afortunadamente el tiempo del microcuento es el mismo siempre (este instante y este suspiro voraz), de modo que podemos jugar a romper la cronología, y volver aunque no hayamos estado de donde volvemos. Por cierto que yo también te escribo de noche, quizás porque estoy en medio de una desestructuración sistemática como la de tu personaje, comunmente conocida como insomnio. Quizás asuma tu primera oración como una receta cuarativa, y me hierva un tilo de llaves oxidadas. Quizás funciona mejor que el resto de los tilos.