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Mira por la ventana
como cada día,
por primera vez,
toda la mañana,
no más que un segundo,
por curiosidad,
para no mirarse,
sin disimulo,
para ver la llegada del otoño,
la llegada de la noche,
del día.

Mira por la ventana
en momentos en que el rayo cae sobre la vecina que tendía la ropa.

Mira por la ventana
para esperanzarse sin ser preciso,
para desparramarse sin ceder terreno,
para exteriorizarse a este lado del vidrio.

Mira por la ventana
porque no lastima.

Mira por la ventana
para nada,
para arriba,
para siempre.

Author: Eduardo Abel Gimenez

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