Mes: octubre 2009

Acabemos

“La primer jornada de capacitación…”

“La primer muestra de fotografía…”

“La primer semana de primavera…”

Dirán que soy un maniático, pero ver estas frases todos los días, en muchos lugares, me tiene harto, más que harto, podrido. Primero/primera es un adjetivo. Se usa primer antes de un sustantivo masculino, como en “el primer día”, “el primer insulto”. Si el sustantivo es femenino, corresponde primera: “La primera jornada”, “la primera muestra”, “la primera semana”.

¿Ya está? ¿Queda claro? ¿Me puedo ir a dormir la siesta?

Bueno, ahora que escribí esto acá me quedo tranquilo, porque sé que automáticamente todo el mundo va a empezar a hacerlo bien.

Caída

Gabriel me cuenta una adivinanza que leyó en alguna parte de la red:

—¿Qué es lo que tiene cuatro patas, le aúlla a la luna y es de cemento?

—No sé, ni idea.

—Un lobo.

—¿Eh?

—Lo del cemento era mentira.

Y así cae para siempre, sin remedio, de una manera que nunca hubiera imaginado, el edificio aparentemente indestructible de las adivinanzas.

Nadie es adecuado


Colonel Young: We are all the wrong people!

(Stargate Universe S01E05, 6:41.)

¿Que hora, me dijo?

Anoche, en la Argentina, se iba a adelantar la hora. Durante la semana pasada, el gobierno decidió no hacerlo.

Hoy, mi computadora (que toma la hora de algún servidor por ahí) amaneció adelantada.

Lo mismo el diario Clarín, que todavía ahora, a las nueve y media de la noche, dice que son las diez y media. La Nación, en cambio, se mantuvo en sus trece (o en sus doce). Algunos diarios, más precavidos, no tienen la hora a la vista en las páginas de inicio.

Gmail también está mareado, así que me encuentro contestando mails que todavía no me escribieron.

(En la compu de mi hijo nunca se sabe qué hora es. La pone bien, y al día siguiente marca cualquier otra cosa. Como si ella también estuviese entrando en la adolescencia.)

Cuento pavote, pero apropiado a la fecha

Las tres carabelas avanzaban con buen viento, ya cerca de la costa.

El nativo dejó a un lado el catalejo con que las estaba observando.

—Otra vez no —dijo, y apretó el botón.

Física

Todo lo demás se ajusta a su medida.
La ventaja del fotón: el absoluto.

No estantes

Ayer anoté que la mayoría de mis libros está en otras partes, y no en los estantes que llamaría “biblioteca”. Esto, por ejemplo, ocurre en mi dormitorio.

Estantes 2

En los estantes de abajo, detrás de los libros visibles hay otros tantos escondidos. Pero la mayoría de mis libros está en otras partes.

Estantes

Al mirar el contenido de estos estantes (y esto sólo me pasa a mí, porque conozco cada cosa, cada historia, cada fantasma) me doy cuenta de lo larga que es la vida.

Palta rallada

A la mañana, la máscara baja. La cara, tan blanca, gana calma. Más atrás, la gata araña la manta hasta rasgarla. La farsa tan narrada jamás acaba. ¿Bastan las palabras? Nada, nada basta para apagar las llamas.