El ojo izquierdo contra la almohada. El brazo izquierdo extendido por la otra mitad de la cama. Arriba, rítmico chirriar de pajarraco del ventilador de techo, ruido de erres. Allá lejos los pies, olvidados uno sobre otro. Antes, las rodillas acumulando el crujido que harán al levantarme. La respiración lenta y a la vez superficial, para generar cada tanto un suspiro o un bostezo. El sueño, agotado. El día, todavía sin empezar.
bonita sinfonía matutina!no se vaya a dejar los pies olvidados del todo!
Oops! Yo sabía que algo me estaba faltando…