Gabriel me cuenta una adivinanza que leyó en alguna parte de la red:
—¿Qué es lo que tiene cuatro patas, le aúlla a la luna y es de cemento?
—No sé, ni idea.
—Un lobo.
—¿Eh?
—Lo del cemento era mentira.
Y así cae para siempre, sin remedio, de una manera que nunca hubiera imaginado, el edificio aparentemente indestructible de las adivinanzas.