Empezó un blog. Escribió un post brillante, encantador, del que se sentía orgulloso. Al día siguiente no se le ocurrió nada satisfactorio, así que repitió el post anterior. Lo mismo pasó al tercer día, y al cuarto, y así hasta que ya no tuvo que pensarlo y lo suyo se convirtió en rutina.
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Empezó un blog. Escribió un post que le pareció adecuado, y se fue a dormir. Pero al día siguiente ese post ya no le gustaba como comienzo, así que empezó otro blog, con un primer post diferente. Lo mismo pasó al tercer día, cuando empezó su tercer blog. Y al cuarto. Y así.
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Empezó un blog. Quería arrancar con el post que superara a todos los posts, de manera que no alcanzó a terminarlo ese día y lo dejó en borrador. Al día siguiente siguió escribiendo y corrigiendo. Lo mismo pasó al tercer día, y al cuarto, y hoy sigue elaborando lo que ha de ser la obra de su vida, aunque quede inconclusa.
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Empezó un blog. Y eso, nada.
Ja ja! Buenísimo. Además, es tal cual.
Me encanta La Mágica Web, la conozco por aquel colaborador, Jorge Varlotta, que me mandaba fragmentos 🙂
Gracias, Gabriela.
Si, recuerdo a ese colaborador en particular… Era un buen difusor de este blog. 😉
Creo que por eso no empiezo un blog… Bueno, había empezado uno para no “perder” las fotos de Flickr; pero me olvidé la dirección.
Genial, Eduardo! Pequeña descripción del 99% de los blogs y sus blogueros.
Abrazo.