Autor: Eduardo Abel Gimenez

Estantes

Al mirar el contenido de estos estantes (y esto sólo me pasa a mí, porque conozco cada cosa, cada historia, cada fantasma) me doy cuenta de lo larga que es la vida.

Palta rallada

A la mañana, la máscara baja. La cara, tan blanca, gana calma. Más atrás, la gata araña la manta hasta rasgarla. La farsa tan narrada jamás acaba. ¿Bastan las palabras? Nada, nada basta para apagar las llamas.

Trabalenguas

Decir en voz alta, con la mayor rapidez posible:

árbol albur árbol albur árbol albur árbol albur árbol albur (¡trata tarta trata tarta trata tarta trata tarta!) árbol albur árbol albur árbol albur árbol albur (¡lámina animal Manila lámina animal Manila!) árbol albur árbol albur árbol albur árbol albur árbol albur árbol albur (¡sapo paso cosa posa sopa saco caso capo paco!) árbol albur árbol albur árbol albur árbol albur árbol albur …

Y así, la vida sigue.

Off

Arriba

A este paso, pronto va a poder librarse.

Descubrimientos

El mar es blando.
Los pájaros son huecos.
El cielo es frío.

۵

Tres latidos, una pausa.
Tres latidos, otra pausa.
El corazón se toma descansos.
Yo no sé nada.

ф

La mariposa
confía en que las redes
son mariposas.

#

Mira por la ventana
como cada día,
por primera vez,
toda la mañana,
no más que un segundo,
por curiosidad,
para no mirarse,
sin disimulo,
para ver la llegada del otoño,
la llegada de la noche,
del día.

Mira por la ventana
en momentos en que el rayo cae sobre la vecina que tendía la ropa.

Mira por la ventana
para esperanzarse sin ser preciso,
para desparramarse sin ceder terreno,
para exteriorizarse a este lado del vidrio.

Mira por la ventana
porque no lastima.

Mira por la ventana
para nada,
para arriba,
para siempre.

Timbre

Calle Mendoza, barrio de Belgrano.