Categoría: Te veo el martes

El irlandés

El irlandés se agazapa tras una roca mientras el castillo pasa al trote. Nada de magia. Nada de hechizos en la luna. El infierno está hecho de colecciones incompletas.

Traemos un vaso de vino al borde del lago. Es de noche. No hay estrellas porque el cielo está de viaje. Si jugamos con fuego podemos terminar borrachos, pero es poco probable que alguien venga a pedir revancha. Queremos correr riesgos.

El caucho apenas resiste. Cae una gota de lluvia, y ya estamos todos enfermos. No quedan cables lo bastante tensos. Empezamos a mirar hacia abajo. Llegados a este punto ya no hay nada que nos detenga.

Los oídos están tapados por una capa de algodón. El árbol, como de costumbre, no hace nada. Apenas hay viento. Tragamos las pastillas más dulces sin sonreír, como si el horizonte se estuviera acercando.

El dolor es rojo.

-Miren a la izquierda

-Miren a la izquierda -dice la guía de turismo, desde la parte delantera del autobús-. Ese árbol que ven ahí no es verdadero. Es una copia de otro árbol, que está en algún lugar de Europa. Todos los días traen imágenes del árbol verdadero y ajustan las cosas del árbol falso para que quede igual. Cuando llega el otoño, primero le ponen hojas amarillas que fabrican allá a la vuelta, donde está esa chimenea tan alta, y luego se las van quitando, a medida que el árbol europeo pierde las suyas. En primavera hacen unos brotes bien verdes y bien pequeños, y los sustituyen cada doce horas por brotes más grandes, hasta que pueden volver a usar las hojas verdes, que almacenan en aquel depósito pequeño que se distingue en el otro extremo de la plaza.

La guía hace una pausa, mientras los pasajeros sacan fotos del árbol falso. Luego agrega:

-Y todo lo hacen para que yo tenga algo, en este momento del viaje, para entretener a los turistas.

*

-Hablando de ustedes -dice la guía un minuto después-, en este autobús hay treinta turistas. Según la matemática, lo más probable es que dos de ustedes cumplan años el mismo día. ¿No es ridículo? No creo en las probabilidades, ni en la matemática, así que estoy segura de que todos cumplen años en días diferentes.

-No es cierto -responden los mellizos, desde la última fila de asientos.

*

La luna de mediodía los sigue como un perrito perdido.

Estás en el hielo

Estás en el hielo, con zapatos de calle. Deberías avanzar, corriendo en lo posible, pero el hielo es resbaladizo. Quien te persigue, en cambio, lleva patines. Imposible que no te caigas una y otra vez.

Es como la escena de Bambi con el conejo, la primera vez que Bambi pisa el hielo. Pero el conejo te quiere matar.