CAMALEÓN. Es un animal parecido a un lagarto, aunque de cabeza mas gruesa, y ancha; tiene cuatro pies, cada uno con tres dedos; la cola larga, y llana, y se afirma con ella a las ramas de los árboles, no menos que con los pies; su movimiento es muy tardo, y grave; desde el pescuezo a la cola levanta una esquina en medio de la espalda; la piel es erizada, y encima de la cabeza tiene una especie de cresta, y dos pequeñas aberturas, que le sirven de narices; pero no tiene orejas; los ojos grandes, el iris de ellos de color de gamuza, con un cerco dorado; la lengua blanca, y de diez líneas de longitud, aunque la alarga, y acorta como quiere; asimismo es redonda, y llana por el fin, donde está abierta, y con alguna semejanza con la trompa del elefante, por lo que algunos le llaman trompa. Las partes interiores, como corazón , bazo, etc., aunque algunos las han negado, se encuentran en las disecciones, como también el que tiene carne, y sangre, aunque Aristóteles lo negó. Asimismo se engañaron los antiguos, que dijeron se mantenía del aire; pues lo primero, se le han hallado varias moscas en el cuerpo; y lo segundo, habiendo ido yo mismo a ver uno, que habian traído de Orán a la calle de Alcalá en esta Corte, le puse por curiosidad cerca de una mosca, y sacó allí en mi presencia su lengua, y enredada la mosca en su jugo glutinoso, la tragó, a vista de todos los de la casa en que estaba, que afirmaron no haberle visto comer hasta entonces; la magnitud de este era como de una cuarta de largo, aunque los hay de diversas, el color amarillo, y le variaba, tomando algunos colores de los que se le ponian delante; y no todos, por tener aptitud para reflejar la luz de unos, y no de otros. En la calle de Atocha vi este año de 1765 otro, cuya piel era como una lija fina, y le habían sacado unos huevos, que tenían bastante semejanza con los pequeños, que se hallan en las gallinas. Hoy tengo un camaleón en mi pequeño gabinete, y no se distingue del que describimos al principio sino en que en cada pie tiene cinco dedos, y no tres, como allí se dice, según la descripcion del Dicc. de Trev. acaso se equivocan los que la dieron, pues la naturaleza no muda tan fácilmente de sistema; también se equivocó Plinio dándole solo en la India.
Esteban de Terreros y Pando, Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana, Madrid, 1787. (Imagen tomada de Internet Archive).