Categoría: Gabriel

Ombligo

[5/5/2002]

—Las mujeres no tienen ombligo —dice mi hijo, de seis años.

—Sí, Gabriel, claro que tienen ombligo —le contesto.

—No —insiste—. Las mujeres no tienen ombligo.

A veces me siento tan pero tan lejos de entender una mente infantil.

Gabriel empieza a usar el Photoshop

[20/4/2002]



(La mirada de esa mariposa que está saliendo de la crisálida.)

[20/4/2012]

¡Encontré el original sin reducir! Click para verlo todavía un poco más grande:

¿A qué hora?

[17/3/2002]

—¿A qué hora está tu programa favorito? ¿Lo sabés? —le pregunto a Gabriel. Estamos hablando de la tele.

Gabriel mira por la ventana de su pieza, agachándose un poco porque la persiana está medio baja, y señala hacia afuera:

—Está cuando no hay tantas nubes.

¿Cómo se formó la Tierra?

[11/3/2002]

Mi hijo, Gabriel, pregunta cómo se formó la Tierra. Le doy una explicación de lo que (creo) es la teoría de la nebulosa planetaria, adaptada a mi público unipersonal de seis años. Entonces Gabriel pregunta:

—¿Y cómo vivíamos cuando la Tierra no existía?

Me quedo pensando en algo que decir. Ante el silencio, es él quien esboza una idea:

—Como no había un suelo fijo, cada uno vivía en su propia estrella.

(Gabriel acaba de reinventar a Qfwfq, el personaje de Italo Calvino.)

[11/3/2012]

“www.edicionesminotauro.com” = “Bad Request (Invalid Hostname)”

Uf. Pero:

¡Qfwfq en Wikipedia! (En inglés. No Spanish for now.) Y, haciendo un poco (apenas, tal vez nada) de justicia a Italo Calvino: ¡Qfwfq en Wikipedia en italiano!

Mirá, mirá

[27/2/2002]

Volvemos a casa en tren. Gabriel (6), mi hijo, me hace caer en un truco que habrá aprendido de un amigo:

—Mirá, mirá. Una gaviota.

—¿Dónde?

—Te la perdiste por idiota.

Tenemos horas que perder, así que empiezan las variantes, cada vez más surrealistas:

“Mirá, una codorniz.” “¿Dónde?” “Te la perdiste por infeliz.”

“Mirá, un pez.” “¿Dónde?” “Te lo perdiste otra vez.”

“Mirá, un chorizo.” “¿Dónde?” “Te lo perdiste por petiso.”

“Mirá, elefantes.” “¿Dónde?” “Ya te los perdiste antes.”

“Mirá, un delfín.” “¿Dónde?” “Te lo perdiste por salamín.”

“Mirá, un lobo.” “¿Dónde?” “Te lo perdiste por bobo.”

“Mirá, un tordo.” “¿Dónde?” “Te lo perdiste por gordo.”

“Mirá, un renacuajo.” “¿Dónde?” “Te lo perdiste por comer ajo.”

“Mirá, serpientes.” “¿Dónde?” “Se te escaparon entre los dientes.”

“Mirá, un reno.” “¿Dónde?” “Te lo perdiste por bueno.”

“Mirá, un pastel.” “¿Dónde?” “Te lo perdiste por Gabriel.”

Y el último, ya sin rima pero con un no se qué:

—Mirá, un árbol.

—¿Dónde?

—Te lo perdiste por tronco.

[27/2/2012]

Ahora, como corresponde, es Gabriel (16), mi hijo.