Etiqueta: Mágica Web

Más canciones en la Biblioteca Imaginaria

Hay dos canciones nuevas en la Biblioteca Imaginaria, como siempre grabadas con Silvana Broqua en canto:

En las dos compuse la música y toqué los instrumentos.

Magia de mariposa
La boda de Café con Leche

(Nota del 1/11/21: Hace muchos años que la Biblioteca Imaginaria, también llamada La Biblio de los Chicos, no existe. Los links ya no funcionan. Pero la canción se puede escuchar acá).

Hay que contarlos

Música para un post del 17 de marzo de 2005.

Click acá para bajar “Hay que contarlos” en mp3.

Hay que contarlos con los dedos de los pies. Hay que tocarlos con la punta de los cabellos. Hay que soñarlos después de las cinco de la mañana. Hay que creerlos dos veces por día. Hay que llevarlos en un bolsillo interno. Hay que mostrarlos con respeto. Hay que seguirlos sin que se den cuenta. Hay que apostarlos cuando quedan pocas chances. Hay que mentirles siempre.

Generaciones

Cuando quiero información sobre lo que sea, busco en Google. A veces, cada tanto, pregunto en algún foro.

Mi hijo Gabriel (once años ya), busca en YouTube.

Video sobre el tema “Arañas”

Tony, el autor del blog Calamo currente, utilizó mi tema “Arañas (se acercan)” (publicado aquí) como inspiración y banda de sonido para un “engolosinamiento formal”: una composición fractal en 3D que tomó la forma del video que aparece acá abajo. También se lo puede ver con las anotaciones del autor haciendo click aquí, cosa que recomiendo enfáticamente.

“Si un globo se escapa” en la Biblio

Otra canción en la Biblioteca Imaginaria: Si un globo se escapa, con letra de Edith Mabel Russo, cantada por Silvana Broqua. Yo compuse la música y toqué los instrumentos.

(Edith Mabel Russo falleció pocos días atrás. En el momento de componer y grabar esta canción no esperé que se conviertiera en homenaje. Las cosas ocurren de maneras imprevistas y a veces así de tristes.)

(Nota del 1/11/21: Hace muchos años que la Biblioteca Imaginaria, también llamada La Biblio de los Chicos, no existe. Los links ya no funcionan. Pero la canción se puede escuchar acá).

Mukaito Taiko en el Jardín Japonés

El martes pasado, 1° de mayo, fui al Jardín Japonés por consejo de Baterflai. Actuaba Mukaito Taiko, agrupación que “mantiene viva la tradición de este estilo musical que combina la percusión tradicional japonesa con los movimientos del karate”.

Maravilla. Maravilla de maravillas. Hay que estar ahí. Las fotos no sirven para mostrar lo que se siente bajo el mismo techo de esta gente. (Son más que los que aparecen aquí, pero no entraron todos juntos.)

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Acá va un video que grabé. Es malo, no da una idea de la imagen que ofrece Mukaito Taiko, y apenas un vago reflejo del sonido. Pero tal vez sea mejor que nada. Se pone interesante sobre todo después del minuto veinte. La mejor parte: los últimos dos minutos.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=enqM1DNss54]

El Jardín Japonés, como siempre, hermoso.

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Azul cobalto

Audio para un post del 18 de junio de 2006.

Click acá para bajar “Azul cobalto” en mp3.

Azul cobalto. Liza acerca la copa a la nariz hasta tocar el borde, física de asteroides, asimetría íntima. Paul toma despacio y sin parar, lo que anuncia una catástrofe para esta misma noche. La luz se esconde tras el biombo. En la mesa quedan restos de un postre obligatorio, chocolate avergonzado, lirios de campo. Las encuestas no hablan de esto. La luna está en otra parte, pero igual es de noche. Liza se ríe con el lado izquierdo. Paul, en espejo, con el derecho. Están de acuerdo en algo que ni sospechan.

Azul cobalto es el color de la electricidad.

Arañas

(Se acercan.)

Click acá para bajar “Arañas” en mp3.

Faltan seiscientos kilómetros

Música para un post del 24 de mayo de 2004.

Click acá para bajar “Faltan seiscientos kilómetros” en mp3.

Faltan seiscientos kilómetros por este camino angosto, gris y sin curvas, con un cielo blanco y tan bajo que nos obliga a inclinar la cabeza. A ambos lados, junto al pavimento, hay alambres de púa y torres de vigilancia. Aceleramos, aceleramos, aceleramos, y todo lo que ocurre es que las gotas de lluvia nos lastiman más la cara. Entonces vemos, allá adelante, un camión enorme que viene en sentido contrario. Es ancho, ocupa todo el camino. Empezamos a frenar, hasta quedarnos quietos. Pero el camión, cada vez más grande, como un globo que al inflarse se convierte en hierro, no frena. Justo a nuestra derecha hay una entrada pequeña, un corte en el alambre de púa, a mitad de camino entre dos torres. La atravesamos, para entregarnos.