Etiqueta: MW+X

Ascensores automáticos

[3/5/2002]

En el edificio donde vivo hay dos ascensores automáticos. No es fácil describir cómo funcionan. Para empezar, sólo se puede llamar a uno por vez. Se enciende una lucecita roja, y a esperar: el otro ascensor me ignorará por completo hasta que el primero haya venido. Pero en caso de que la puerta del ascensor llamado esté abierta mucho tiempo en otro piso, la lucecita roja se apagará y entonces sí, estará permitido llamar al otro ascensor.

Ahora supongamos que acabo de llamar al ascensor de la izquierda. Estoy en el sexto piso. El ascensor, que está en la planta baja, empieza a subir. Pero si en el trayecto alguien lo llama desde más arriba, por ejemplo del piso 18, el ascensor seguirá su ruta sin parar en el sexto. La luz roja seguirá encendida, y el ascensor de la derecha me estará todavía vedado. En cambio, cuando el ascensor de la izquierda esté bajando (seguramente con cuatro personas, que es el máximo, a bordo), ahí sí se detendrá en mi piso. Y luego de que haya seguido felizmente su camino sin mí podré llamar al ascensor de la derecha.

También es posible que el ascensor de la izquierda se detenga en mi piso durante su camino ascendente, si nadie lo llamó de más arriba. En ese caso, tras entrar en él y pulsar el botón de la planta baja, quizás me lleve. Pero también sucede que mientras entro alguien lo llama de más arriba, y en ese caso no importa que yo pulse el botón de la planta baja antes de cerrar las puertas: el ascensor me llevará nomás al piso 18. Luego sí, va a bajar (no estoy seguro de si lo hará parando otra vez en el sexto: ocurrió, peró no recuerdo bien en qué contexto de botones, vecinos e impaciencias).

Cuando veo que el ascensor que he llamado (en este ejemplo, el la izquierda) está en uno de sus malos días, suelo bajar al quinto piso para llamar al otro (en este ejemplo, el de la derecha). Es normal entonces que, mientras bajo la escalera, el ascensor de la derecha abandone su descanso en la planta baja y empiece a subir quién sabe a dónde. Igual lo llamo, pero de acuerdo con las reglas que ya describí no corresponde que pare en el quinto: seguirá su rumbo hasta las nubes. En tanto, el ascensor de la izquierda irá bajando suavemente hasta depositarse en el sexto, donde sus ocupantes abrirán y cerrarán puertas y hablarán pestes de esos vecinos molestos que llaman a los ascensores y luego se arrepienten.

Cuando el ascensor de la derecha llega al quinto es invariable que venga totalmente ocupado, de manera que debo dejarlo pasar. Y ahí se me plantea un dilema (mejor dicho, un trilema, aunque creo que la palabra no existe): 1) ¿Llamo al ascensor de la izquierda? 2) ¿Insisto con el ascensor de la derecha? 3) ¿Termino de bajar por las escaleras?

Robar ascensores, es decir, abrir la puerta de uno cuando está pasando sin intenciones de detenerse, es inútil y bastante riesgoso. Son ascensores rápidos, que se detienen en dos pasos. Abrir la puerta también detendrá un ascensor, pero seguramente a medio metro del lugar correcto, de manera que la puerta interior será imposible de abrir. Y aún con el timing perfecto que se necesita para detenerlo en el sitio preciso, el ascensor luego seguirá su ruta implacablemente, de manera que es muy difícil ganar tiempo.

Es de notar que no hay nada en la programación de los ascensores que disuada al chistoso del piso 10, que antes de salir del ascensor pulsa todos los botones. Quién sabe si tendrá la paciencia suficiente para ver y oír los resultados de su brillante acción.

A mí, haga lo que haga, se me arruina el día.

La vida

[3/5/2002]

Primero debo lograr hacerlo diez veces seguidas. Luego debo repetir diez veces ese logro. Hecho eso, hay que hacer todo eso nueve veces más, todas idénticas. Así es la vida.

[3/5/2012]

Todavía no terminé.

Macetas

[3/5/2002]

Cada día acomoda las macetas del balcón en un orden diferente. Desde la ventana de enfrente, sin que me vea, hago un croquis con cada nueva distribución.

Un día, furioso, la llamo por teléfono (ella no sabe que tengo su número, no me conoce).

—Te repetiste —le digo con voz tensa.

Al otro lado hay un silencio largo. Finalmente, suspira.

—Idiota —responde—. Ahora tengo que cambiar el código.

4×4

[3/5/2002]

Mide menos de un metro cincuenta. Tacos incluidos. Rulos teñidos de rubio también incluidos. Pasa junto a mí, sin veme parado en la calle a un paso de la vereda, preparado para hacerle señas al colectivo que viene. Está muy ocupada consigo misma, le lleva mucho tiempo y mucha energía mantenerse de una pieza. Recorre por el lado de afuera la hilera de autos estacionados, mientras busca y sacude unas llaves en la cartera.

El auto de ella es el más alto, una 4×4 roja, imponente, de escultor, para seis osos gordos. Cuando se sienta al volante, apenas se le ve la cabeza a través del parabrisas.

Contar

[3/5/3002]

Decidió contar todas las hojas de un árbol. Como no era tonto, eligió uno de hojas perennes.

[3/5/2012]

Moraleja: no se frustró, pero todavía está contando.

Palabras clave

[3/5/2002]

(Bueno, ahora voy a tener mucho más tráfico en esta página.)

[3/5/2012]

Era irónico, claro. Sin embargo, originalmente puse las palabras de verdad, como texto, y así están allá en la Mágica Web. La pregunta es: si las palabras están, ¿cuál es la diferencia entre una granja de links y un sitio “legítimo”? Tal vez por pocas ganas de filosofía, tal vez porque estoy más viejo, tal vez porque vi muchos vertederos de basura en la Web, no me gustó la idea de meter semejante lista de forma literal. Así que la convertí en imagen.

En todo caso, no es en absoluto una de las páginas más vistas de la Mágica Web. (Según Google Analytics, entre fines de 2005 y ahora fue vista 95 veces.)

Levemente deprimidas

[2/5/2002]

Las mujeres mayores levemente deprimidas viven más tiempo, según un estudio sobre el que informa CNN. Bien. Pero no les digan, a ver si se les pasa y se mueren de alegría.

[2/5/2012]

El link no anda, lo que es levemente deprimente.

Urna Chahar-Tugchi

[2/5/2002]

¡Emergencia! Hay una cantante mongola que se llama Urna Chahar Tugchi. Tiene un disco de 1999, Hödööd (el rebaño de puntitos sobre las oes no son un error): es urgente, absolutamente urgente y necesario escucharlo. (Gracias a Marcial Souto por el dato.)

[2/5/2012]

Urna sigue activa, aunque su último disco es de 2005. Como tantas otras cosas, no la volví a escuchar. (Cuidado con el link: funciona, pero el sitio empieza a emitir música sin previo aviso, y no se ve una manera de frenarla.)

Overclocker Creates Rift in Space-Time

[2/5/2002]

Overclocker Creates Rift in Space-Time Continuum (vía Good Morning Silicon Valley). “Santa Cruz, CA – A rift in the space-time continuum was created today when overclocker Jamie Aperman ran a 750 MHz Coppermine Pentium III at 1.6 GHz. Overclocking has long been blamed for causing global warming, but this is the first occasion that the fabric of space-time has been damaged.” (Y sigue. ¡Jua jua jua!)

[2/5/2012]

En aquella época los habilidosos del hardware se divertían aumentando la velocidad de los procesadores. Más todavía, los fabricantes se esmeraban en indicar la velocidad de cada uno, como el veredicto definitivo de su capacidad. Ahora eso no existe. Lo que hay es una enorme variedad de procesadores, cuyos nombres, siglas y números dicen igualmente poco de lo que pueden hacer.

Gritos

[1/5/2002]

Es tarde, de noche. Estoy medio dormido, o medio despierto, no lo sé. Mi mujer ronca suavemente. Entonces alguien se pone a gritar. Una mujer, en otro piso, o en el edificio de al lado. Gritos agudos, con palabras apenas formadas. Casi puedo distinguirlas, las palabras, pero no del todo, como un idioma que empiezo a aprender pero del que no entiendo lo suficiente. Me despierto del todo. Mi mujer sigue roncando, de manera que a veces casi logra tapar los gritos.

Es que la persona que grita, esa mujer, está lejos. Apenas puedo oírla. Pero percibo que está aterrada, más allá de algún límite, más allá de lo que puede tolerar. Tal vez encontró a un pariente muerto. Cómo quisiera entender lo que dice. Muevo la cabeza hacia un lado, tratando de mejorar la audición, sin resultados. Tal vez la están violando. Muevo la cabeza hacia el otro lado: el oído derecho parece mejor. Tal vez se está peleando con su marido. Me angustia, quiero que pare, que deje de gritar, pero también quiero que algún milagro acerque los gritos para poder descifrarlos. Tal vez le dieron una mala noticia por teléfono. Tal vez, tal vez, tal vez.

Entre grito y grito hay una pausa, como para respirar. Trato de acompasar mi respiración a la de los gritos, y para hacerlo me pongo boca arriba. Entonces hay una pausa más larga. Contengo el aliento. Pasa una moto allá afuera, tapando la mayor parte de otro grito, un grito que parece más débil. Sigo respirando lentamente, llenando los pulmones muy de a poco para no hacer ruido. Los ronquidos de mi mujer se alteran mientras su propietaria se da vuelta, luego retoman el ritmo. Esta pausa es larga, ya no es una pausa, tiene algo definitivo. Parece que la escena terminó. Espero un rato más antes de aflojar los músculos. Desencontrado con el sueño por un largo rato, daría cualquier cosa por saber qué estaba pasando.

[1/5/2012]

Después de esto, una amiga sugirió que los gritos, en vez de terror, podían ser de placer. Pero no. Tanto tiempo después es difícil que la memoria haya guardado los gritos con fidelidad, pero lo que sí recuerdo fue mi reacción a la sugerencia: esos gritos no eran de placer, de ninguna manera.