Etiqueta: Ximenez

Poesías: “Hoy todo sale bien”

hoy todo sale bien
el fuego no quema
el agua no ahoga
queda café en el frasco
la mosca sobrevive a la palmeta
el espejismo deja de engañarte
el pescador regresa
el policía detiene al abogado
la noticia se demora
el gusano abandona la manzana
el horizonte sigue en el mismo lugar
el corazón late
el abogado acusa al banquero
los colores te vuelven a la cara
la moneda caída esquiva la alcantarilla
la mano tiene de qué agarrarse
la montaña se mueve
queda pospuesto el corte de luz
el banquero devuelve la plata
el poeta duerme toda la noche
la nube se aparta
se elimina el cero de la ruleta
el peatón llega al otro lado de la avenida
el sacerdote pierde la fe
el cazador cae en su propia trampa

(Texto de 2014. Foto de 2003.)

De la cabeza (extra): Cartoon de Chris Madden

El tema de la semana entre el 18 y el 24 de diciembre pasado fue “De la cabeza. Hábitos, percepción, pensamiento: las arbitrariedades de la mente“. El quinto post fue “El idioma y el pensamiento“, sobre el debate de si el lenguaje determina el pensamiento o no (por decirlo en forma demasiado simple).

Mientras preparaba el post y buscaba con qué ilustrarlo, encontré el cartoon de Chris Madden que está acá abajo, más que apropiado para el tema y el enfoque que yo le daba. Madden ofrece sus cartoons en venta, como corresponde, pero no a través de un sistema automático. Para empezar, hace un listado de usos posibles, para los que habrá precios diferenciados (a los estudiantes se los da gratis): no profesionales, profesionales, en un Power Point, en la web, impresos, con fines educativos o comerciales, y así. Una vez elegida la categoría, uno le escribe un mail para preguntarle las condiciones.

Me dije: ¿por qué no? ¿Por qué no dar un paso más en esta vida loca y consultarlo? ¿Y si resulta que puedo pagar una ilustración, alguna vez, para este blog? En particular, estaba escribiendo sobre nuestras formas de pensar, y parecía oportuno ensayar algo distinto. Lo hice entonces (para la categoría “sitios web comerciales”, con la aclaración de que mi blog es personal y no tiene avisos).

Al principio no hubo respuesta. Terminé el post con otra ilustración, lo publiqué y listo. Unos días más tarde me llegó mail de Chris. Pedía disculpas por la demora (¡vacaciones de Navidad!). Esperaba no llegar demasiado tarde. Y me daba permiso para reproducir el cartoon gratis, por la demora y por ser Navidad.

Así que acá está, con permiso del autor. ¡Thank you, Chris!

“Entiendo que está de acuerdo con que no puede haber pensamiento significativo sin la existencia del lenguaje”.

Cuentos de cien palabras: Secretos

Nos ponemos de acuerdo en contarnos un secreto por día. Empezamos con secretos tibios, domésticos, de vuelo bajo. De a poco subimos la puntería hasta lo que podríamos llamar confesiones. Empezamos a decirnos cosas difíciles, de las que nunca hablamos con nadie. Llegamos a un punto en que necesitamos hacernos día a día la promesa de no repetir, no dudar, no denunciar. Nos asustamos: mutuamente y cada uno a sí mismo. Nos angustiamos. Dejamos de dormir pensando en qué vendrá. Decidimos no vernos más. Nos mudamos en direcciones contrarias. Pero somos tan débiles que nos turnamos para llamarnos por teléfono.

Cuentos de cien palabras: El otro

Se sienta a la mesa, pone la mirada en un punto vacío y hace ruidos con la boca. Ruidos como canto, como África o a lo mejor como Marte. La taza de café se enfría a la izquierda de sus manos.

Uno diría que es un ritual, pero los rituales se repiten y esto no. La próxima vez no se sienta a la mesa sino que pasa de largo como si no hubiera desayuno. La mirada se ocupa de los rincones más oscuros. Y los ruidos de la boca suenan más a un idioma que yo podría entender si quisiera.

(Foto tomada en un baño de Mar del Plata. Colores cambiados.)

Cuentos de cien palabras: El vuelo

Se ata los cordones de los zapatos, se abrocha un botón del saco, se ajusta la corbata y salta. Al principio la caída es vertical. Hay tiempo.

Abre los brazos, aunque le dijeron que no es necesario.

Después la pared se empieza a alejar. El aire se espesa, o tal vez sea una ilusión por la velocidad creciente.

Está de frente a la pared, de espaldas al horizonte, cabeza abajo. Fuerza el cuello hacia atrás hasta ver el reflejo del sol en el río.

El ángulo cambia lentamente. Se necesita paciencia. Tal vez sea más fácil si cierra los ojos.

Cuentos de cien palabras: La conversación

Hay diez personas alrededor de la mesa. Las diez hablan al mismo tiempo. No se escuchan, no se entienden entre sí. Pero el conjunto de las voces arma un todo mayor, una estructura precisa y delicada que se eleva, trasciende el espacio reducido de esa habitación, esa casa, esa ciudad, y en forma de ondas casi imperceptibles se propaga por el universo con la lentitud de la luz.

Diez mil años después, a diez mil años luz de distancia, una civilización registra las ondas y cae subyugada por esa forma de arte que, comprende, jamás podrá alcanzar por sí misma.

Árbol 3

La Pampa, a la altura de Belgrano R. (Para Un mes de.)

Cuentos de cien palabras: Los rompecabezas

Cada día acomoda unas piezas en el rompecabezas que está resolviendo. Son grandes, ella y el rompecabezas. La mesa del living apenas alcanza para contenerlos.

Pero cada mañana, al levantarse, descubre que alguien cambió piezas de lugar. No las últimas, sino otras, de algún sector resuelto tiempo atrás.

Una noche se queda despierta para descubrir al culpable. Sentada en un rincón, espera durante horas. Hasta que se ve a sí misma saliendo del dormitorio, envuelta en la bata blanca, caminando dormida hasta la mesa para extender las manos y mover, a ciegas, fragmentos de lo que seguramente es otro rompecabezas.

Árbol 2

Dos variantes de una idea en el New Yorker.

“Usamos sus ejemplares sin vender para hacer un árbol, pero no es lo mismo”.
“Hecho de papel reciclado”.

(Para Un mes de.)

Cuentos de cien palabras: Agua

El agua está tibia. Floto. Primero se desprenden el yelmo y la espada. Los años de oficina hacen sedimento en el fondo. Con los oídos bajo la superficie oigo el camino de los peces al ritmo de mi propia respiración. Es de día, así que habrá que esperar hasta que el cielo se llene de estrellas. Un pájaro hace que no me ve. A medida que dejo de sentir partes del cuerpo, va cambiando la imagen de mí mismo en la que puedo creer. Me convierto en lo que imagino. Me dejo llevar por la corriente que tira mar adentro.

 (Sobre una foto de dominio público.)