[21/3/2002]
Me escribe Jorge Varlotta:
” ‘Nunca sentí la necesidad de estar en el medio de un grupo de músicos. El lugar de elllos es allá y el mío es aquí, maldito sea, escuchando lo que ellos están haciendo allá. La música que lo rodea a uno, que viene de una serie de fuentes invisibles, es engañosa, irreal, y especialmente fácil de olvidar.’ Palabras de Travis McGee, personaje de John D. MacDonald, “Cielo trágico” (The dreadful lemon sky), Emecé, colección El Séptimo Círculo nº 288, tradución de Elisa A. Troiani, Buenos Aires, julio de 1976.
“Ps. Ahora que lo pienso, eso vale también para el cine. La pantalla allá y yo aquí, y no yo en el medio de la acción, con la balas zumbándome en los oídos y las bombas estallándome en el culo.”
Buena comparación, Jorge. ¿Y la literatura? ¿Por qué es diferente? ¿Tal vez porque no transcurre en tiempo real?