[14/4/2002]
Las fábulas de Gimenez. Hoy: El zorro y el caracol
Andaba un zorro siguiendo el rastro de su cena cuando el azar lo llevó junto a una planta por la que trepaba un caracol.
El destino hizo que el zorro detuviera su paso junto a la planta y moviera la cabeza hacia la izquierda. El foco de sus ojos empezó a trazar una rápida línea recta en la dirección exacta en que el caracol se detenía también en su lento ascenso y orientaba las antenas.
Hubo un momento de tensión en el universo. Los propios dioses se preguntaron qué ocurriría. Por un instante mínimo, apenas un punto en el tiempo, el nudo casi infinito de las posibilidades giró en el vacío sin que se supiera hacia dónde empezaría a deshacerse.
Después, la mirada del zorro pasó exactamente dos centímetros por encima del caracol, y ambos siguieron su camino.
No, no hay mucho en un zorro y un caracol que les importe mutuamente.
Unos días después, Jorge Varlotta me propuso una moraleja mucho mejor: “No es oro todo lo que reluce.”
Hubo varias “fábulas de Gimenez” más, en los días siguientes. Ya van a ir saliendo acá.