Amazon, mercado de pulgas

[16/4/2002]

Los escritores contra el mercado de pulgas digital (Página/12): “Autores y editoriales de los Estados Unidos acusan al gigante de Internet, Amazon, de ‘convertir a los lectores en libreros’. Le cuestionan haber armado una línea de venta con libros usados.”

La preocupación es obvia: el aumento en la venta de libros usados equivale a una caída en los ingresos de autores y editoriales. Igual que con los CDs protegidos contra copia y otros temas ahora en boga, con los libros también empieza a darse el choque entre los “derechos de autor”, el copyright y el “fair use” que hasta ahora estaba permitido en todos los rubros. Sólo que los libros traen un nuevo ingrediente: no se trata aquí de copiar digitalmente algo, sino de la vieja y sana costumbre de reciclar. Supongo que el tema dará para mucho y jamás llegará a resolverse (a menos que Ray Bradbury llegue a tener razón por motivos equivocados).

[16/4/2012]

Aunque los links de Página/12 de aquella época se murieron, por suerte el diario mantiene el archivo completo. Acá está ahora el artículo.

Amazon sigue ofreciendo que uno venda sus libros usados. En el menú de opciones que aparece en la sección Books, la última de la derecha es “Sell Your Books”. (Esto es en Amazon de Estados Unidos, del Reino Unido y de Alemania, en cada caso para gente del país respectivo. En Amazon de España no encuentro la opción.)

De todos modos, en estos diez años pasaron muchas otras cosas, y el tema de los libros usados ya no preocupa a nadie. Finalmente, y por suerte, les llegó a los libros el equivalente a lo que es el mp3 para la música. La preocupación de las grandes editoriales y algunas asociaciones de autores es, por supuesto, lo que llaman “piratería”. Pero además, sin salirnos de Amazon, miran con lupa el sistema de préstamos entre usuarios de Kindle. Y tratan de limitar lo que pueden hacer las bibliotecas públicas en cuanto a préstamo de libros.

Así estamos ahora. Espero que dentro de diez años la situación se haya resuelto: todos felices intercambiando cuanto queramos, y los autores cobrando de diversas fuentes, incluyendo tarifas planas como la de Spotify para música, porcentajes (o un adicional optativo) sobre lo que cobran los proveedores de acceso a Internet, y una variedad de ideas mejores o peores que dan vueltas por ahí.

Lo que no funciona, y ojalá hubiera acuerdo sobre el tema, es tratar de reparar la pecera cuando se rompió en mil pedazos y los peces se fueron a nadar al mar.

Author: Eduardo Abel Gimenez

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