Mes: noviembre 2002

Elección tipográfica

[27/11/2002]

Una desafortunada elección tipográfica (vía GMSV).

[27/11/2012]

Otra de esas cosas de las que no quedan rastros diez años más tarde.

Desde el tren (XI)

[27/11/2002]

[27/11/2012]

De Montreal a Nueva York, febrero de 1992. Capturas de video.

Zanahoria

[27/11/2002]

—Zanahoria.
—Zapallo.
—Zanahora, digo.
—Zapallo.

La humedad y el calor atraviesan las paredes. Una gota cae por el exterior del vaso de agua y otra por cada frente.

—No me escuchás.
—Sí te escucho.
—¿Qué dije?
—Sí te escucho.

La luz parpadea pero sobrevive. Afuera no hay luna, o si la hay quedó al otro lado de las nubes. Puede ser que llueva, pero hoy todavía queda techo. Mañana veremos. Todo el mundo está cansado, y más cuando las voces suben y se abren paso por el aire espeso.

—Es a las diez.
—Es a las once.
—No, es a las diez.
—No, es a las once.

Cambia un semáforo en la esquina: de rojo a verde, de verde a amarillo, de amarillo a rojo. No hay nadie en la calle para aplaudirlo. Tampoco se ve a nadie al otro lado de las ventanas encendidas, como si todos fueran fantasmas en el edificio de enfrente.

—Con azúcar.
—Sin azúcar.
—Te digo que con.
—Sin.

Tal vez no haya más que fantasmas, con la energía necesaria para encender una lamparita y mantener una discusión. Las lamparitas son difíciles, vienen de mala calidad. Las discusiones no.

—Después.
—Antes.
—Después.
—Antes.

A diez mil metros por encima de tu propia alma

[26/11/2002]


Desde el aire

[26/11/2002]

Suenan las campanas

[26/11/2002]

“Suenan las campanas” es una frase cargada de sentidos. Omnipresente en un mundo donde las campanas sonaban todo el tiempo. ¿Y ahora? Habrá que buscar otros referentes, porque las campanas sólo existen para el creyente y el turista.

(Hace más de veinte años escribí en una estrofa de una canción: “Cuando suenan las campanas pasa un tren/ y no las puedo oír./ La verdad es que ni siquiera/ las puedo ver./ No sé dónde están./ No sé si quedan.”)

[26/11/2012]

Me encontré con esa campana como turista, claro. La foto es una captura del video que tomé en el campanario de la Giralda, Sevilla, en mayo de 1991.

Segundo piso

[25/11/2002]

Filosofía

[25/11/2002]

La filosofía imperante en el mundo está basada en el clásico cartel de almacén:

HOY NO SE FÍA

De este modo se logra cumplir una serie de objetivos:

  • No oír la pregunta indeseada.
  • Crear en el otro, falsamente, una ilusión con vistas al futuro.
  • Hacer creer que se tiene sentido del humor.

Vivir con software

[25/11/2002]

Compramos en Musimundo un juego de compu para Gabriel. Tratamos de instalarlo, pero pide un número de serie que no encuentro en ninguna parte. Volvemos a Musimundo, donde un vendedor con buena vista me señala dónde está el número, en cuerpo 3. Me siento muy estúpido. Llegamos otra vez a casa, ponemos el número de serie y el juego no anda. Tampoco explica qué le falta para andar. Pero vienen unos jueguitos chicos, freeware, de yapa. Nos conformamos.

*

Una página que visito en la Web reclama que instale el Quick Time 6. Creí que lo tenía, pero bueno, digo que sí. La página igual no anda. Pero el Quick Time se instala cómodamente en la SysTray (¿se llama así?), de donde me tengo que tomar el trabajo de quitarlo, como tantas otras cosas antes.

*

Llamo a una empresa grande para hacer una consulta. Me atiende un aparato: “Diga nombre y apellido de la persona con quien quiere hablar, o marque su número de interno.” Como no conozco a nadie en ese lugar, ni por nombre ni por número, me quedo callado. Segundos después vuelve el aparato: “No hemos identificado el nombre de la persona con quien quiere hablar. Por favor, diga nombre y apellido de la persona con quien quiere hablar, o pronuncie la palabra ‘operadora’.” Ah, digo; mejor dicho, pienso, porque lo que digo es: “Operadora.” El aparato se toma otros dos segundos, y luego: “Lo comunico con la operadora.” Me atiende la operadora. Le explico de qué se trata. “Un momento por favor”, y me pasa con otro aparato: “Diga o marque uno si blablablá, diga o marque dos si blebleblé, diga o marque tres si blibliblí, o aguarde y será atendido por la operadora.” Aguardo. Me atiende la operadora, que es otra. Le hago mi consulta. Ahora sí. “Un momento por favor, que ingreso los datos en el sistema.” Un rato más tarde me ofrece mandar un fax. Acepto, pero la máquina se quedó sin papel: casi no la usamos, y el otro día alguien mandó propaganda. Salgo bajo la lluvia a comprar. Pero caramba, no anoté el nombre de la segunda operadora, y tengo que llamar de vuelta.

Nivel de las expectativas

[24/11/2002]

A pesar de todo también hay buenas noticias. El envase nuevo de Sucaryl tiene una tapa mejorada. Ahora, con cada sacudida del frasquito sale exactamente una pastilla, y no cero, tres, cinco o cualquier otro número arbitrario como ocurría antes. Lástima que en los próximos días nos iremos olvidando de este hito, de este detalle que perfecciona nuestras vidas al menos dos o tres veces cada día (según la frecuencia con que tomemos café), de este avance hacia un futuro que hasta podría ser promisorio si pusiéramos las expectativas en un nivel realmente, pero realmente, bajo.