Mes: enero 2004

—No, eso no

—No, eso no —dijo Carla, y puso los ojos en blanco.

El operador aumentó el volumen de las risas enlatadas. Los ojos en blanco de Carla eran el punto más alto del programa. Los ponía en blanco cada día, desde 1984. El rating no dejaba de aumentar. La grabación de las risas enlatadas era la misma desde 1991, año en que habían reemplazado al productor general.

Francis empuñó el control remoto y cambió de canal. Pero los ojos en blanco lo perseguían. En todos los canales creía ver lo mismo. Levantó los pies y los usó para tapar una parte de la pantalla. El sonido de las risas enlatadas se hizo más suave, hasta mezclarse con las olas de un mar que lentamente fue inundando la ciudad hasta ahogar a todos los habitantes.

Los gases se expandieron

Los gases se expandieron hasta ocupar todo el espacio disponible. Los líquidos adoptaron la forma de sus recipientes. Los sólidos, en cambio, conservaron sus formas. En la clase de física, esta vez, todo anduvo de acuerdo con lo esperado.

Loriander Padla

Loriander Padla atravesó la habitación con tres pasos largos y abrió la ventana para que entraran los cuervos. El ruido de las alas fue un concierto de música étnica. El movimiento, un mar de cenizas levantado por el viento. Ojos, picos, garras: todo afilado.

El espejo giratorio se dio vuelta para enfrentar el espejo de la pared. La mirada de ambos se cruzó y así construyeron un pasillo infinito en el que los cuervos se metieron a buscar su propio reino.

Durante las horas siguientes, las luces se encendieron poco a poco. Alguien se asomó al borde del abismo y volvió para explicarlo a los demás. La nube roja avanzó con más rapidez que las otras, mientras el sol se quedaba en la cima de las torres. Nunca más volvió el invierno.

El irlandés

El irlandés se agazapa tras una roca mientras el castillo pasa al trote. Nada de magia. Nada de hechizos en la luna. El infierno está hecho de colecciones incompletas.

Traemos un vaso de vino al borde del lago. Es de noche. No hay estrellas porque el cielo está de viaje. Si jugamos con fuego podemos terminar borrachos, pero es poco probable que alguien venga a pedir revancha. Queremos correr riesgos.

El caucho apenas resiste. Cae una gota de lluvia, y ya estamos todos enfermos. No quedan cables lo bastante tensos. Empezamos a mirar hacia abajo. Llegados a este punto ya no hay nada que nos detenga.

Los oídos están tapados por una capa de algodón. El árbol, como de costumbre, no hace nada. Apenas hay viento. Tragamos las pastillas más dulces sin sonreír, como si el horizonte se estuviera acercando.

El dolor es rojo.

Íconos pequeños

¿Soy el único con dificultades para entender algunos íconos pequeños?

Hay dos que de verdad me volvieron loco durante un tiempo, hasta que un día “vi” qué eran.

El primero es éste, Fragmento de captura de pantalla de Windows 98, que representa el escritorio (desktop) en Windows 98. Yo veía un pincel con pintura blanca sobre una superficie a medio pintar (los rincones azules son sectores todavía no pintados).

El segundo es éste, Fragmento de captura de pantalla de Windows 98, que pertenece a Mozilla e indica que hay nuevo email. Durante cosa de un mes sólo pude ver una especie de torta medio rota, con una velita.

Mi oculista prefiere no opinar sobre el fenómeno.

Verano

Foto por Eduardo Abel Gimenez

Una hiedra

Una hiedra, en mi calle. Julio de 2003:

Foto por Eduardo Abel Gimenez

La misma hiedra. Enero de 2004:

Foto por Eduardo Abel Gimenez

Ambigüedad

Si alguien me dice “un millón quinientos”, ¿qué debo anotar? ¿1.500.000? ¿O 1.000.500?

En tiras

Imagen por Eduardo Abel Gimenez

Imagen por Eduardo Abel Gimenez

Imagen por Eduardo Abel Gimenez

Imagen por Eduardo Abel Gimenez

Esto es una vergüenza

Esto es una vergüenza. El primer post del año llega recién el día 5, y consiste principalmente en una descripción de sí mismo: empieza con una protesta indefinida, continúa con la descripción propiamente dicha y termina con un cliché sin fundamento. Así no vamos a ninguna parte.