Ayer saqué algunas fotos. Salieron casi todas mal, pero esta me gusta:
Hilera tras hilera de hebras de lana, colgadas del techo. Algunas dan la impresión de tener luz propia, como si contuvieran un fragmento de cielo. Un sitio extraño, una atmósfera cambiante. El sueño de un decorador demente, o el resultado del trabajo de alguien cuyo oficio sería difícil de describir.
Bueno, no. Me avergüenza mentir. Lo de arriba es un fragmento de una foto movida. Quise sacar un árbol, y lo que apareció fue esto:
El fragmento en cuestión está por arriba a la izquierda, aunque hay muchas “lanas” en otras partes. En esta medida tal vez cueste creerlo, pero en la imagen original (click para verla; abre en otra ventana) aparecen con toda claridad.
Ahora que vuelvo a ver las fotos, me encuentro con que hay una de adoquines que zafa, así como está, iluminada por el sol de la tarde:
Pero ¿para qué zafa? ¿Qué tienen estos adoquines que no hayan tenido millones de adoquines antes? ¿Las diagonales? ¿El ángulo de la luz? ¿La ausencia de un foco preciso? No, nada. No vale la pena ocuparse de esta foto. Así, en general, son las cosas de la vida.
Comentario obvio: “La foto salió movida”, Julito Cortázar.
Saludos.