Mes: abril 2008

30″

De nada

Comprobado. Tras medio siglo de corrección y responsabilidad, te dan una lapicera con el capuchón bañado en oro y te agradecen los servicios prestados. La tinta la seguís poniendo vos.

Adentro y afuera

Dice demasiado

Cuervo voluntario espacio amianto Leningrado.

Siguen las voces. Primero, atrás, encierro. Siguen los truenos. En otra parte de la ciudad se entierra el miedo que aquí ni siquiera describimos.

El viernes es día de la palabra calaña. Calaña, presagio, cabrestante. El río de voces y truenos que no se entiende porque dice demasiado.

Linkocitos

Linkocitos

Sin lente

Pandero espacio mar camaleón precoz.

Recuadro de silencio en torno a imágenes del pasado. Tu cara también. Dibujos de memoria que no reconozco. Azul es poco. Gris.

La punta de los dedos acaricia estas teclas hasta gastarlas. Somos más duros que transparentes, más lentos que refugiados. Abril es poco.

Miro sin lente porque así las cosas quedan más lejos. Abel es poco.

Pared disfrazada

Sotana moneda cartón insomnio lenguaje.

Agenda del día anterior convertida en mito. Desfile de máscaras. Permeable al acento, el discurso se expande al otro lado del mundo.

El maestro se quita los zapatos, hunde un pie en el agua y dice algo que nadie entiende. Será descripto en los libros del próximo siglo.

La ventana sigue cerrada, como siempre. Ya no es ventana, es pared disfrazada.

Grande Chandler

Cuando empecé a escribir ficción tuve la gran desventaja de no tener absolutamente ningún talento para hacerlo. No sabía cómo hacer entrar un personaje en un cuarto, o cómo hacerlo salir. Perdían sus sombreros y yo también. Si había más de dos personas en escena, a una de ellas no podía mantenerla con vida. Sigo con esos defectos, por supuesto, en cierta medida. Déme dos personas insultándose una a otra por encima de un escritorio, y soy feliz.

Cuando me preguntan, como lo hacen a veces, por qué no pruebo de escribir una novela seria, no discuto; ni siquiera les pregunto a qué se refieren con una novela seria. Sería inútil. No sabrían qué decir. Esa pregunta es la que podría hacer un loro.

La mayoría nos impacientamos con el caos que nos rodea, y nos inclinamos a atribuirle al pasado una pureza de líneas que no fue evidente a los contemporáneos de ese pasado. […] La literatura del pasado ha sobrevivido y por ese motivo tiene prestigio, aparte de su otro prestigio. […] Por mi parte, estoy convencido de que si nuestro arte tiene alguna virtud, y puede no tener ninguna, no está en su parecido con algo que ahora es tradicional pero no era tradicional cuando se lo produjo.

(Las tres citas vienen de El simple arte de escribir. Cartas y ensayos escogidos, de Raymond Chandler, editado por Tom Hiney y Frank MacShane, traducción de César Aira, Emecé, Buenos Aires, 2002. Páginas 149-150, 171 y 183 respectivamente.)