¡Oh, dioses de la conjugación! He descubierto en las permutaciones el origen de vuestro poder:
Te amo. Temo que partas.
Te amo. Parto porque me temes.
Te temo. Amo que partas.
Te temo. Parto porque me amas.
Parto. Amo que me temas.
Parto. Temo que me ames.
Antes de que algún vivo me gane de mano, va el recontraobvio:
“Te parto porque te amo y no temo!”
PD: acabo de resucitar. Mala época es, pero ya puedo pararme, por lo menos.
Justamente por recontraobvio es que lo quise evitar…
Acá va uno femenino:
Te amo. El parto. Temo.
(sí, ya sé, ya sé: eran verbos… pero no saben lo que es el asunto!)
Otro no del todo verbal:
Temo que amar sea un parto.