—Un asco de tipo.
—Horrible.
—Y para colmo va y le pega una patada al perro. Podía haber escupido al piso. Podía haber dado un portazo. Podía haber tirado una maceta del balcón a la planta baja. Podía haber dado un puñetazo en la pared, y de paso que a él también le doliera. Pero no, el tipo le tiene que dar una patada al perro.
—¿Lo lastimó?
—Y claro que lo lastimó. Lo mandó contra la pared. No, contra el sofá, y el bicho no sabía si ladrar o llorar así que no hizo nada.
—Lo podía haber mordido.
—Pero no, si es bueno como una rata muerta.
—Me gustan tus comparaciones.
—Más le gustan a Jacinta, no sabés cómo se ríe.
—¿Cómo se ríe?
—Como un jabalí embalsamado. No, como una cigüeña que lleva un bebé, y cuando se ríe el bebé se le cae, y ahí la cigüeña deja de reírse y vuela en picada, pero como estaba justo sobre una chimenea se estampa de cabeza y queda ahí atrapada. Mientras, el bebé cayó en el fuego, así que esta noche hay barbacoa.
—No digas esas cosas.
—Vos me pediste.
—Yo te pedí que me dijeras cómo se ríe Jacinta, no que me hablaras de cosas así. ¿Te imaginás barbacoa de bebé? Bueno, está bien, yo también me río, y qué. La cigüeña a las carcajadas también me parece graciosa. Pero igual, lo del bebé está mal.
—Y le ponen chimichurri, ¿te imaginás?
—Y hacen una ensalada con pelo y plástico de pañal.
—No, porque está todo medio quemado. ¿Por qué no pueden traer tomates de la huerta?
—Ah, no sabía que tenían huerta.
—Tienen, claro. Y además de tomates hay rúcula, que queda tan bien con el bebé a la parrilla. Porque de paso, no sé si te dije que en la chimenea tenían puesta una parrilla, justo por si caía un bebé.
—O una cigüeña.
—No, las cigueñas no pasan por las chimeneas. La pobre está ahí entrampada, chamuscándose el pico. El humo de bebé le entra en los ojos. Está tosiendo.
—¿Las cigüeñas tosen?
—Me extrañan las cosas que no sabés.
—Bueno, tampoco sabía que un perro puede dudar entre el ladrido y el llanto.
—Este sí. Los otros no me dijeron.