Cuarta (y última) semana de posts sobre libros para Un mes de.
22 de febrero
El día de los trífidos, de John Wyndham. Minotauro (segunda edición), 1967. Lo leí a los quince, en el 69.
23 de febrero
El fin de la infancia, de Arthur C. Clarke. Minotauro (segunda edición, 1971). Lo leí en el 71, recién salido. Pero ya lo había leído antes, de una sentada, en la Biblioteca Nacional, cuando todavía no había salido esta segunda edición y la primera era inconseguible.
24 de febrero
Narciso Ibáñez Serrador presenta los mejores relatos de ciencia ficción, varios autores, selección de Groff Conklin. Bruguera, 1968 (segunda edición). Lo leí a los 16, en 1970. Es un libraco de 560 páginas que reúne dos antologías de las muchas que hizo Conklin. Lo de Ibáñez Serrador es un verso de Bruguera, con el que habrá vendido un poco más.
25 de febrero
Ciudad, de Clifford D. Simak. Minotauro, 1971 (segunda edición). Lo leí a los 17.
26 de febrero
20 Poemas de amor y una Canción desesperada, de Pablo Neruda. Losada, decimaprimera (sic) edición, 1967. Lo leí en el 68, a los 14. Supongo que me lo recomendó una profesora que leía mis escritos de la época.
27 de febrero
Torneo mortal, de Philip K. Dick. Nebulae, 1965. Lo leí a los 16. (Detrás de ese título irreconocible se esconde un clásico grande de Dick, The Game Players of Titan.)
28 de febrero
Para terminar el mes, dos que son uno: El hombre sintético (Cenit, 1961, lo leí a los 13) y Los cristales soñadores (Minotauro, también 1961, lo leí a los 16), de Theodore Sturgeon. La misma novela, con dos títulos distintos. (El original en inglés salió con los dos títulos, aunque Los cristales… es el dominante y el que permaneció en el tiempo.)