Llamó a la pizzería para pedir una grande, mitad roquefort y mitad atún. Se le ocurrió que podía decir:
—Que la mitad de atún sea la de arriba.
Pero no lo hizo, temiendo que lo tomaran por loco. Entonces pensó en agregar:
—Que la mitad de roquefort sea la de la izquierda.
Y tampoco lo hizo, temiendo que lo tomaran por idiota.
Cuando colgó, la vida era un poco más triste.