En el barrio hay dos barreras frustradas, a ambos lados de la estación Belgrano R. Una es esta, sobre la calle Juramento:
Al otro lado de las vías, a la izquierda, está la plaza Castelli. En la foto que sigue, el mismo lugar en sentido opuesto:
Como se ve, sería facilísimo abrir el cruce al tránsito. Pero así como está, el corte permite que Juramento, ruidosa y superpoblada de Crámer al barrio chino, se convierta de pronto en un lugar tranquilo, de barrio: una calle más en esa zona llena de casonas hermosas y caras.
También logra una situación curiosa: no hay ningún paso para autos en dirección a Villa Urquiza o Villa Ortúzar entre Monroe y Avenida de los Incas, unas diez cuadras. Mientras que hay dos pasos en dirección contraria: la barrera de Echeverría y el nuevo de Olazábal (donde las vías están elevadas y aprovecharon para hacer un puente; petiso, pero puente).
La otra barrera frustrada está sobre La Pampa:
Ahí parece todavía más raro, porque La Pampa es una calle transitada a ambos lados de las vías. Los autos y colectivos que vienen hacia Belgrano tienen que doblar una cuadra antes y desviarse hasta Elcano. Gracias al corte, los autos que circulan del otro lado no son los mismos, sino los que llegan por Conesa: mundos separados.
En una época, cuando yo tenía auto y cruzaba las vías para llevar a mi hijo a la escuela, la situación me enojaba. Ahora, al contrario: pienso que cada obstáculo a la circulación de esas bestias de metal, petróleo y egoísmo es un triunfo.