Mejorando, de una buena vez, el milenario arte del tangram.
por Natalia Méndez y Eduardo Abel Gimenez
Primero, observemos esta bella figura humana:
Si miramos con atención, es posible darnos cuenta de que está compuesta solo por siete puntos gordos. Así es: la percepción humana hace el resto.
Esto mismo es lo que pretende el clásico juego del tangram, con siete piezas de formas arbitrarias y ángulos peligrosos. Quiere la tradición que con esas piezas se puede armar toda clase de figuras, que despiertan en la percepción asociaciones asombrosas.
No es tan así, como descubrirá con rapidez quien se ocupe de googlarlo mínimamente.
Tras extensas investigaciones, hemos llegado a la conclusión de que se obtienen resultados muy superiores con el uso, en cambio, de siete puntos gordos. ¿Quién puede dudar que el punto gordo es una figura mucho más noble que las del tangram? Para quienes sigan escépticos tras la deliciosa figura humana del comienzo, mostramos este árbol:
¡Créase o no, también está formado por siete puntos gordos!
Si algo, de todos modos, podemos reconocerle al tangram, es el desafío de lograr ciertas formas, planteado como acertijo. Utilizaremos esa técnica, entonces, para convocar a les amables lectores a ejercitarse en este nuevo, revolucionario pasatiempo.
1) Empecemos por lo más sencillo. Con estos siete puntos gordos, construir una casa:
2) Con estos siete puntos gordos, armar la luna:
3) Ahora, la cabeza de un zorrito:
4) Aumentando el nivel de dificultad, y para ir demostrando la enorme diversidad de formas que permite este nuevo rompecabezas, proponemos armar al Pato Donald:
5) Un puercoespín:
6) ¿Ven que es fácil? Cualquier figura se puede representar con siete puntos gordos. Por ejemplo, con los siguientes es posible reproducir el sistema circulatorio humano:
7) Queda demostrado que con siete puntos gordos se logran imágenes más elaboradas que con el tangram. Subiendo la apuesta, entonces, se trata ahora de armar un partido Boca-River:
8) Para terminar, algo que el tangram, con su historia milenaria, jamás ha alcanzado: representar un cuento completo. Con estos últimos siete puntos, los desafiamos a narrar la historia de “Los tres chanchitos”:
Liberamos al mundo nuestros siete puntos gordos, para que inicien su propio recorrido milenario.
Nosotros nos retiramos, a pensar nuestro próximo gran aporte a la humanidad.