Hacia 1850, los Bazterrica Culo ya eran dueños de un 40% de la Península Ibérica. Ese porcentaje creció hasta un espectacular 98% en pleno franquismo, cuando Bernardino Bazterrica Culo se hizo cargo de los bienes de la familia. Desde allí solo fue posible entrar en decadencia. En 1999, expropiado y desterrado, Bernardino partió con rumbo incierto, aunque se cree que podría estar relacionado con la reciente anexión de Crimea por parte de la Federación Rusa.