[9/3/2003]
No sabemos si es un viejo vecino con un piano nuevo, o un nuevo vecino con un viejo piano. Empezó la semana pasada, y desde entonces nos acompaña durante una o dos horas cada día. Está aprendiendo. Toca fragmentos de piezas clásicas (Para Elisa, por ejemplo), de manera que cada siete u ocho notas un dedo cae en dos teclas a la vez. Cuando llega a las partes difíciles se frena un poco. Lo oímos desde el living, en contrapunto con la pelota que Gabriel hace picar, o con Wish you were here que llega desde otro departamento. No estamos solos.