Categoría: Exploraciones

¡Liberación o chaqueta!

maronna.jpg

Tengo desde hace años esta pequeña escultura de Carlos Maronna (otro link), sin título. Últimamente vive sobre el escritorio de mi oficina, donde la puedo ver todos los días. Es que cada día significa algo diferente, dice algo nuevo. Como si cambiara con el tiempo.

¿El futuro del libro?

Hoy la revista Ñ trae una sección dedicada al futuro del libro, en relación con Internet y la digitalización. En la Web sólo se puede leer un artículo de Andrés Hax (“Hacia una biblioteca universal. El futuro del libro”), que funciona más o menos como introducción. Hay otros tres, que por estar sólo en la edición impresa se irán desvaneciendo mucho antes que los problemas de que hablan.

Algo llamativo es que todos los artículos discuten un escrito de Kevin Kelly publicado en el New York Times en mayo de este año, pero en ningún momento dicen dónde leerlo. ¡Y es tan fácil de encontrar! Está acá: Scan this book!, por Kevin Kelly. El New York Times pide que uno se registre (gratis) para leer estas cosas, así que, convenientemente, el autor lo puso también en su sitio: Scan this book!, por Kevin Kelly (kk.org).

La visión de los artículos de Ñ es variada y un tanto confusa. Igual, vale la pena rescatar, del final de “El futuro del libro”, unas frases de Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, para quien la aparición de la pantalla (Internet, digitalización) es una ruptura mayor que la provocada por Gutenberg.

*

Me parece que lo que vaya a pasar con “el libro” como objeto no depende de los teóricos, y ni siquiera de las editoriales o los autores tradicionales, o de las leyes de propiedad intelectual, o los políticos. Depende de todos los demás: quienes leemos libros. Y de la tecnología.

Hay que ver lo que ocurre con la música: mucho juicio, mucha acusación de piratería, pero los mp3 circulan alegremente, cada vez más, y si todavía se venden CDs es porque (a) muchas veces tienen atractivo como objetos en sí mismos, (b) la gente se los regala a los amigos y parientes, (c) falta un mercado de mp3 legal, accesible y a precios sensatos.

Y hay que ver lo que ocurre con el cine y el video: si los archivos no pesaran tanto, estarían exactamente en la situación de la música… lugar al que van a toda velocidad. Con el agravante (para las grandes empresas editoriales) de que les falta (a) y (b): ni tienen un soporte físico atractivo, ni llegó a hacerse tan común que se usen como regalo.

¿Por qué el libro está lejos de circular digitalmente en la misma medida que la música, el cine y el video? Algunas respuestas (obvias, apenas en la superficie del tema):

  • Es mucho más difícil escanear un libro que bajar un CD a mp3, convertir un DVD a un formato más liviano, o digitalizar un programa de televisión.
  • Mientras escuchar música o ver video en la compu es igual (o mejor) que en los aparatos tradicionales, no hay todavía equivalentes a tener un libro en la mano.
  • El libro, como objeto, tiene un valor agregado muy superior al del CD o el DVD (y hay libros que uno simplemente no se imagina, ni se quiere imaginar, reducidos a una pantalla).

Quienes leemos libros estaríamos tan felices de bajar el equivalente a un mp3 de cualquier novela como podemos estarlo de ver el último episodio de Lost antes de que se estrene en la televisión local, si fuera tan encantador de leer como el objeto de papel encerrado entre tapas de cartulina.

Y ojo que no está lejos: a mí me gusta más leer en pantalla porque me resulta más fácil vencer a la presbicia. Pero si quiero llevar la pantalla a la cama, al sofá o al baño, no tengo más remedio (por ahora) que usar mi Palm: una pantallita pequeñita, grisácea, con grandes píxels, que es más benigna para mis ojos que mucha letra chiquita que anda impresa por ahí, pero con la que es mucho más difícil establecer una relación afectiva.

Estoy entre los muchos que esperan el iPod del libro (comparación que no es mía, y se está viendo por lugares diversos). Lo que también me gustaría es que, en ese futuro próximo, las editoriales, los autores tradicionales, las leyes de propiedad intelectual, los políticos, colaboren con lo que de cualquier manera les va a pasar por encima.

*

Ya había apagado la luz, pero me quedó la tentación de citar un párrafo del artículo de Kevin Kelly, que ilustra la absoluta violencia de la ruptura:

When millions of books have been scanned and their texts are made available in a single database, search technology will enable us to grab and read any book ever written. Ideally, in such a complete library we should also be able to read any article ever written in any newspaper, magazine or journal. And why stop there? The universal library should include a copy of every painting, photograph, film and piece of music produced by all artists, present and past. Still more, it should include all radio and television broadcasts. Commercials too. And how can we forget the Web? The grand library naturally needs a copy of the billions of dead Web pages no longer online and the tens of millions of blog posts now gone — the ephemeral literature of our time. In short, the entire works of humankind, from the beginning of recorded history, in all languages, available to all people, all the time.

¿Cuánto tiene que cambiar para que esto sea posible? Nada en el mundo físico, tecnológico, material. Mucho en el de los conceptos, las leyes, la comprensión que se tiene de estos mundos nuevos.

De las muchas preguntas que saltan de inmediato, quiero nombrar dos:

  • ¿Es necesario que exista eso que dice Kelly? Creo que sí, pero no importa si lo es o no, globalmente. ¿Acaso no hay usos maravillosos para una gran variedad de subconjuntos de esa biblioteca universal? ¿Y quién puede decidir qué aspecto de semejante recurso está de más, o nunca llegará a ser “necesario”?
  • ¿De qué van a vivir los escritores, los editores, etc., etc., cuando todo lo que producen sea gratis? Escribo así la pregunta sabiendo que esa formulación es tramposa. En el fondo, no hay manera de que todo sea gratis (aunque sea porque tenemos que pagarle a un proveedor de acceso a Internet, y porque los servidores y el ancho de banda cuestan plata que de algún lado tiene que salir). Pero en todo caso serán los escritores y los editores quienes descubran de qué vivir, como ocurre en cualquier otro mercado en el que las cosas cambian violentamente. Aunque seremos muchos los dispuestos a darles una mano: entre los recursos disponibles para obtener beneficios, están las sociedades de gestión colectiva (que permiten, como SADAIC, sacar dinero de algo de distribución gratuita como los programas de radio); la venta de espacios de publicidad; las ediciones en un soporte físico atractivo e insustituible; los subsidios estatales, las donaciones de empresas y ONGs en general; la oferta de servicios de bajada de archivos, soporte técnico, etc., a precios razonables. Y detrás de todo esto, el valor agregado de organizar la información, clasificarla, indexarla (¿de qué vive Google, si no?)…

(Apago la luz otra vez, sabiendo que el tema, así planteado, queda irremediablemente incompleto.)

*

P.D. (chat con blogger amiga en el que las cosas se clarifican):

me: Me puse serio: escribí un post en la MW sobre el futuro del libro. Ahora la cuestión es que alguien lo lea…

Bater: al post o al libro??

*

P.D. 2: También en Ñ de hoy (aunque la traducción se ve dudosa, al menos gramaticalmente), otro aspecto del tema:

Así como en el S. XIX fue el trabajador la causa de las violentas revoluciones que le impusieron la revolución industrial y sus máquinas, en el S. XXI será el consumidor la causa de las revoluciones que le permitan las modernas tecnologías de la era postindustrial. Las tecnologías de la información y la comunicación abren las puertas a un “siglo del consumidor emancipado” que también dominará en el arte.

(…)

En la era de MySpace.com, Flickr.com, YouTube.com, en la que millones de personas intercambian a diario sus fotos, textos, videos y música, en la que millones encuentran en la red una plataforma para la comunicación y el arte, pasando por alto instancias tales como editoriales, museos, galerías, revistas, radios, canales de TV, Hollywood, que son las que tradicionalmente decidían sobre la producción y la distribución de obras, el amateur, cuyo nombre en griego era “idiota”, se convierte en experto.

(“El del siglo XXI será el arte del amateur”, por Peter Weibel, director del ZKM. El artículo no está en el sitio de Clarín, y no lo puedo encontrar en otra parte para poner en claro lo que parece decir.)

*

P.D. 3: Algunos de los libros que me acompañan…

libros.jpg

Fotografía


(Click en la imagen para verla mucho más grande.)

Del La Fuente, Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Española, Editorial Ramón Sopena, Barcelona, 1933, página 624. Más info, acá.

El tiempo necesario

Estos carteles están en el baño de hombres del Jardín Botánico de Buenos Aires, cerca de la entrada de República Árabe Siria.

Del primero sólo puedo decir que me parece bien que se ocupen de tanto apurado que anda por ahí. Esto tal vez no salga en los diarios, pero es que hay gente que se va goteando… ¡Un escándalo! (Click en la foto para verla más grande.)

Foto por Eduardo Abel Gimenez

Sobre el segundo cartel, el encargado del baño me explicó que está en tratativas con los del Oxford English Dictionary para que incluyan la palabra “botton” como “botón de abajo”, o “bottom button”:

Foto por Eduardo Abel Gimenez

También le pregunté al encargado dónde compra esos resaltadores que quedan tan bonitos, pero no quiso revelar su secreto.

Electricidad


(Click en la imagen para verla mucho más grande.)

Del La Fuente, Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Española, Editorial Ramón Sopena, Barcelona, 1933, página 514. Más info, acá.

Eñe


(Click en la imagen para verla mucho más grande.)

Del La Fuente, Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Española, Editorial Ramón Sopena, Barcelona, 1933, página 956. Más info, acá.

Cinematógrafo


(Click en la imagen para verla mucho más grande.)

Del La Fuente, Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Española, Editorial Ramón Sopena, Barcelona, 1933, página 329. Más info, acá.

Barco de vela


(Click en la imagen para verla más grande.)

Del La Fuente, Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Española, Editorial Ramón Sopena, Barcelona, 1933, página 180. Más info, acá.

La casa moderna


(Click en la imagen para verla más grande.)

Del La Fuente, Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Española, Editorial Ramón Sopena, Barcelona, 1933, página 296. Más info, acá.

Automóvil


(Click en la imagen para verla mucho más grande.)

Del La Fuente, Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Española, Editorial Ramón Sopena, Barcelona, 1933, página 156. Más info, acá.