Categoría: 4. Música

Mil seiscientas cajas de madera

Música para un post del 22 de enero de 2004.

(23 de marzo: mezcla nueva. Agrego la letra.)

Hay mil seiscientas cajas de madera apiladas hasta el techo, en este depósito oscuro y húmedo donde hace años que nadie entra. Los lados de las cajas están hechos con listones como barrotes, y entre los listones hay ranuras por las que apenas se puede ver el interior.

Cada caja contiene algo distinto. Algunos contenidos se mueven, pero casi todos están quietos. No es fácil deducir qué hay en cada caja, ni siquiera cuando se mueve, cuando tiene olor o se derrama hacia afuera.

Algunas cajas han caído al suelo y se han roto. Quedan pocos rastros de lo que guardaban. Hay maderas mordidas, rasguñadas, cortadas, partidas. Hay manchas azuladas, grises, negras. Hay grumos marrones y verdes.

Las puertas del depósito están cerradas por fuera, trabadas, encajadas en las paredes de manera que nadie pueda abrirlas otra vez.

Una linterna serviría para averiguar más. Pero no tengo linterna. Dependo de la luz del día que entra por una grieta de la pared, y ahora empieza a caer la noche.

Ahora cantemos todos juntos

Versión sonora de un post del 14 de mayo de 2005.

(Y sí, en medio del surrealismo desatado hay algún humilde homenaje a Les Luthiers.)

(23 de marzo: mezcla nueva. Agrego la letra.)

Ahora cantemos todos juntos.

“La la lá,
qué lugar
tan azul,
tan carmín…”

Percibimos la cadencia del árbol que hay en nosotros, la luz del bosque que nos ilumina. Estamos unidos en lo profundo de un arroyo de consciencia. Cantemos todos juntos.

“Sé sé sé
que en el mar
hay un pez
sin ojós.”

Así, amigos, así, querida concurrencia, nos elevamos en las nubes del dorado fulgor, del frenesí, de la ameba primordial que solloza en nuestras almas evaporadas cual cubos incólumes. Cantemos, cantemos, cantemos todos juntos.

“Mi mi mi
corazón
es rubí
y sabor.”

Amada muchedumbre, amados todos los que contemplan el barro de los pies y la tinta de las manos, amados estómagos del ingenio insomne, amadas cebras tricolores que suavizan el sábado, brincamos por sobre las tapias del conocimiento segregado por las cortinas, nos columpiamos de Norte a Sur, de Este a Oeste en los brazos de la madre calefactora que se mimetiza en primaveras. Ahora, ahora como en nuestra infancia, ahora como en nuestro futuro que está escrito en palabras invisibles, cantemos juntos.

“Po po pó,
nubarrón
de metal
y algodón…”

Es de metal

Música para un post del 21 de enero de 2004.

Voces: Cecilia Gauna y yo.

El irlandés

¿Música? para un post del 17 de enero de 2004.

Hay cosas curvas y cosas rectas

Música y sonido para un post del 13 de mayo de 2005.

(Para aliviar un poco el clima denso de los últimos posts, este es más bien humorístico, aunque de una manera torcida y críptica, como corresponde a este blog…)

(23 de marzo: nueva mezcla. Agrego la letra.)

Hay cosas curvas y cosas rectas.
A veces, las cosas rectas sirven para hacer curvas,
pero no a la inversa.
Algunas cosas rectas son en realidad curvas,
cuando se cambia la escala.
Algunas cosas curvas jamás llegarán a ser rectas.
No hay nada recto-curvo, ni curvo-recto,
es imposible.
Algunas cosas rectas lastiman.
Algunas cosas curvas sobran.
Hay cosas que lastiman y no son rectas,
así como cosas que sobran y no son curvas.
Hay cosas que lastiman que cambian de forma con el tiempo.
Hay cosas que cambian de forma, y así no lastiman.
Hay cosas que sobran pero no lastiman,
y cosas que lastiman y sobran a la vez.
Hay cosas que sólo lastiman a cosas rectas.
Hay cosas curvas que sólo sobran cuando están juntas.
Hay cosas que están juntas y lastiman.
Hay cosas que sobran, son rectas y están separadas.
Hay cosas que están juntas y nunca cambian de forma.
Hay cosas separadas que lastiman por no ser curvas.
Hay cosas que, siendo curvas,
cambian de lastimadoras a sobrantes
cuando tratan de convertirse en rectas.
Hay cosas que sobran cuando lastiman.
Hay cosas que pueden ser curvas o rectas,
estar juntas o separadas,
y lastiman cuando cambian de forma.

La pollera le llegaba hasta las rodillas

Sonorización de un post del 23 de enero de 2004.

Voz: Cecilia Gauna

(No me gusta la palabra “sonorización”. Se parece a “sonarse la nariz”. Pero no se me ocurren palabras adecuadas. En este caso particular hay canto y recitado, más efectos especiales. ¿Se puede llamar “música”? ¿Habrá que decir “audio”? ¿”Sonido”? ¿”Versión audible”? Espero que un día de estos se me prenda la lamparita.)

Obediencia

Sonido para un brevísimo post del 15 de enero de 2003.

(23 de marzo: agrego la letra.)

Señaló con el dedo
un punto vacío del horizonte
y empezó a caminar.
Obediente,
la soledad lo acompañó.

Perder

Música para un post del 17 de octubre de 2002.

Voces: Cecilia Gauna

(24 de febrero: mezcla nueva.)

(23 de marzo: agrego la letra.)

Perder los estribos
perder impulso
perder el tiempo
perder el tren
perder el hilo
perder la cabeza
perder peso
perder ganas
perder la razón
perder la paciencia
perder la gracia
perder los detalles
perder conciencia
perder la conciencia
perder el sueño
perder la silla
perder la costumbre
perder el equilibrio
perder el ritmo
perder la oportunidad
perder la calma
perder la camisa
perder el pelo
perder las mañas
perder sustento
perder el rumbo
perder el respeto
perder el miedo
perder la batalla
perder dinero
perderse
perder el sentido
perder contacto
perder altura
perder el aliento
perder aire
perder todo
perder interés.

Ray siente la cabeza llena

En mi lento pero seguro regreso a la música, estoy preparando una serie de “sonorizaciones” de textos cortos publicados aquí, en la Mágica Web. Esta es la primera, sobre un post del 13 de abril de 2004.

P.D.: Es mi voz, procesada.

(23 de marzo: nueva mezcla. Agrego la letra.)

Ray siente la cabeza llena.
De pie junto a la puerta de servicio, embutido en el traje negro, con la mano en la pistola y la pistola apenas oculta bajo el saco, los lentes oscuros para disimular la mirada de reojo, el labio superior apenas torcido hacia arriba, Ray se da cuenta de que tiene el cerebro colmado.
Ray siente la cabeza llena.
Ha visto demasiado, ha oído demasiado, los recuerdos verdaderos y los recuerdos falsos han ido llenando cada rincón de memoria hasta no dejar más sitio.
En los últimos días Ray ha experimentado la pérdida de algún momento de su vida, especialmente de la infancia, pero ahora viene algo peor, algo enorme, definitivo, un colapso.

Ray piensa si debería sacar el celular del bolsillo, marcar unos números y despedirse de alguien, pero desiste.
No vale la pena.
Y tal vez ni siquiera tenga tiempo, porque ahora que se acerca ese niño en bicicleta, ahora mismo Ray sabe que otro golpe de pedal ya no encontrará lugar y así vendrá la catástrofe.
No bastará esta vez con eliminar años enteros de la escuela, o las caras de sus amantes, o las estadísticas de béisbol aprendidas a lo largo de toda la vida.
Ray siente la cabeza llena.
Ray necesita una solución, ahora mismo, pero tampoco le queda sitio para pensar en soluciones.
El dedo índice se enrosca al gatillo, la pistola asoma del saco y parece que fuera a apuntar sola.
Ray siente la cabeza llena.
Entonces se oye el primer disparo, pero no viene del arma de Ray sino de adentro del edificio, allá donde la explosión hiere las paredes cubiertas de graffiti.
Con precisión de cirujano, la bala elimina en un instante cada fragmento de escuela, cada rasgo de amante, cada partido de béisbol, cada niño que ha pedaleado ante los ojos de Ray, y así Ray tiene un momento, un solo momento del que casi no llega a darse cuenta, un momento brevísimo pero suficiente, valioso, inapreciable, de alivio.

Tormenta en la feria

Este es el segundo de los cassettes con música de sintetizador que publiqué en 1989 a través del sello Circe. Esta es la tapa:

Y este el dorso del papel de la tapa:

El collage de la tapa es de Sonia Alé. Yo hice el diseño.

Hay un cambio fuerte con respecto al cassette anterior, Máquinas en tránsito. Para empezar, la mayoría de los temas están basados en improvisaciones, en dedos pasando por el teclado, y no en secuencias generadas nota por nota. Pero lo principal es que hay una línea argumental: el lado A, hasta “Construcción en la memoria”, es la feria, el parque de diversiones, el circo, todo lleno de campanitas, comida chatarra, entretenimiento y el toque obligado de melancolía. El lado B empieza con la desbandada general y la llegada de la tormenta, en el tema llamado como el cassette. Y lo que queda, esos cuatro temas desesperados y experimentales, son otra cosa, el resultado del desastre. (Pero no todo está perdido: hacia el final del último, “Buscando la tregua”, parece que volviera a salir el sol.)

Más abajo están los doce temas del cassette, en formato mp3, para escuchar desde el navegador o bajar.

En 1989 fui a grabar y mezclar esta música en el estudio que tenía Jorge Cumbo, y fue esa versión la que se publicó. Las versiones que ofrezco ahora son mezclas nuevas, hechas ahora en la compu, a partir de las secuencias y sonidos originales.