Cuando me dedique a la plástica, voy a hacer la siguiente instalación.
Voy a poner una vitrina de entomólogo, gigantesca, y en la vitrina cientos, tal vez miles, de chicles masticados, de toda clase, sabor, procedencia, cada uno pinchado como un insecto. Habrá chicles grandes y chicos, descoloridos, rojos, amarillos, lilas, azules, usados para hacer globos o no, muy gastados o no, aplastados por un pie o no, con marcas de dientes o hechos bolitas. Junto a cada chicle, un mapa indicará en qué región del mundo se lo puede encontrar.
En la base de la vitrina pondré una lluvia de envoltorios, como pieles o caparazones descartados.
Lástima que, por ahora, no pienso dedicarme a la plástica.