Categoría: Bolsa sin clasificar

Boutique

[9/9/2002]

En el autoservicio que está a la vuelta trabajan dos cajeras coreanas, muy bonitas. Todos los días llevan ropa diferente, nueva, elegante. Creo que el autoservicio es la fachada de una boutique de lujo, a la que sólo entran las clientas seleccionadas, poniendo cara de póker, atravesando esa puerta ennegrecida que simula dar sólo a las bolsas de carbón.

Pelo

[8/9/2002]

Algunas señoras mayores salen de la peluquería con el pelo como un casco recién germinado.

Deseo

[3/9/2002]

Su deseo se cumplió: el tiempo volvió atrás varias décadas. Lo que aún no sabía era que iba a vivir otra vez la misma vida.

Cambio

[1/9/2002]

Luego de unos días en que todo parecía digno de mejores tiempos, la cosa empeoró muchísimo. En casa, la presión se hizo insostenible. Afuera, el clima que se vivía no me daba excusas. El cambio fue brusco, intenso, y requería acciones contundentes. No me quedó otro remedio, a pesar de toda mi resistencia. Con una última protesta a media voz, tuve que prender la estufa.

Después te cuento

[29/8/2002]

Después te cuento con detalle, pero quería adelantarte que fue impresionante. Algo que no se puede describir en dos palabras. Por eso lo dejo para más tarde, cuando tenga tiempo de mandarte un mensaje largo y completo. Lo único que quería decirte ahora es que no te podés imaginar la sorpresa, hasta qué punto todo era diferente, a la vez mejor y peor, pero más que nada inesperado. Pensé mucho en cómo contártelo, y llegué a la conclusión de que lo mejor era por escrito, incluso empecé un relato torpe y desmañado, demasiado rápido, que inmediatamente borré (qué suerte esto de las computadoras, que permiten borrar sin dejar rastros), prefiriendo la posibilidad de empezar de nuevo en otro momento, cuando la situación, sobre todo mi situación interna, lo permita, y cuando las sensaciones se hayan asentado lo suficiente como para ser más objetivo, más claro, más preciso. Ya estoy saboreando la primera frase de ese relato pendiente, que tengo casi completa en la cabeza pero no me atrevo a escribir todavía, no mientras no pueda continuarla con la segunda frase, que por ahora es sólo una sombra en el fondo de mis ideas, en ese sitio donde se mueven los fantasmas y uno apenas puede empezar a reconocerlos, y la tercera, que apenas me atrevo a soñar aunque sé de una palabra que sin duda va a estar ahí, y la cuarta, de la que definitivamente lo ignoro todo. Así que te pido paciencia, que confíes en mí, que esperes. Todo va a llegar, y llegaría antes si tantas cosas no se interpusieran en el camino: trabajo tal vez, tan útil como excusa y tan poco creíble cuando lo que está en juego es así de importante y perentorio, pero también la necesidad de algún procesamiento privado, en soledad, antes de largar el tema hacia afuera. Ahora no puedo profundizar; peor aún, me siento incapaz de hilvanar las ideas, los retazos de ideas, los átomos que forman esos retazos de ideas, los quarks que de alguna forma construyen partículas elementales que, en una complicación creciente, edifican esos átomos. Y, en definitiva, por encima de lo demás, como algo que se interpone entre mi intención de hacer la crónica y su concreción, lo que pasa (y ahora mismo miro el reloj, lo miro de reojo con un poco de temor mientras te escribo esto, con un tercio de mi atención en las agujas, otro tercio en los dedos que bailan sobre el teclado y otro tercio, todavía, en la descripción de los eventos sobre los cuales te escribo), lo que pasa, te decía, es que estoy apuradísimo.

El monstruo

[21/8/2002]

El monstruo que duerme abajo de mi cama tiene la costumbre de roncar. A veces, cuando lo pincho con una varilla de metal para que se calle, reacciona con un zarpazo o un mordisco. Pero en general se limita a gruñir y darse vuelta, para seguir roncando un minuto más tarde.

Despertar

[21/8/2002]

Estaba remando de regreso cuando me empecé a despertar. Primero desaparecieron los remos. Luego la sensación de movimiento. Por último, el bote. Abrí los ojos justo antes de caerme al agua.

Dientes

[21/8/2002]

Cuando a un chico se le cae un diente viene el Ratón Pérez y le deja algo de plata. En cambio, cuando a un adulto se le cae un diente (y en esto nos pusimos de acuerdo Marcial Souto y yo, hace un rato, hablando por teléfono), viene una rata gris amarronada, recién salida de las cloacas, y le deja una horrible factura del dentista.

Hablan

[21/8/2002]

Hablan. El bebé llora. Él y ella hablan. Y el bebé llora. Siguen hablando, los dos, frente a frente en la mesa del bar, mientras el bebé llora con suavidad en el cochecito, un poco más cerca de ella que de él pero lejos de ambos. No dejan de hablar, ni él ni ella. No deja de llorar, el bebé. Hablan un poco más, otro poco más. Llora un poco más, otro poco más. Qué otra cosa tienen por delante más que hablar. Qué otra cosa tiene por delante más que llorar. Ya casi estamos en septiembre.

El lado oculto

[6/8/2002]

La luna llena gira con rapidez y muestra su lado oculto a quienes tienen la suerte de estar observando. A mí me entra una basurita en el ojo: tengo que bajar la cabeza para frotármelo. Cuando vuelvo a mirar el fenómeno ha terminado, la luna es la que siempre fue y la que siempre seguirá siendo.