Estoy en la esquina de mi casa, de pie sobre el cordón de la vereda, mirando como si fuera a cruzar las calles en diagonal. Pienso que debería ser fácil empezar a escribir una novela y seguir sin detenerme, páginas y páginas por día, hasta el final. Pasa un auto pegado al cordón, sin necesidad, tal vez para asustarme. No es que tenga una idea para una novela, hace mucho que no tengo ideas para novelas, es sólo que me gustaría probar otra vez el gusto exótico de estar escribiendo algo largo, algo con la cantidad suficiente de palabras como para no poder controlarlo de una mirada, algo parecido a la vida. Me desequilibro, apoyo un pie en la calle y enseguida vuelvo atrás, al cordón. Y al mismo tiempo, quisiera extenderme en ese bosque o ese desierto de palabras sin depender de las ideas previas, sin tener que explicar algo que se me haya ocurrido antes, posiblemente en un sueño, y que luche todo el tiempo por escapar del papel. La bolsa del supermercado, que llevo en la mano derecha, empieza a pesar y la cambio de mano. Pero no sé, no me veo con la paciencia de otros tiempos, paciencia que en realidad era dolor, dolor que era obligación de llegar al final para demostrar algo que nunca entendí qué era. Miro por sobre el hombro que apunta hacia mi casa, giro y empiezo a caminar. Por ahora no quiero probar, no será otra tarea pendiente, no tengo ganas de tareas pendientes, aunque sí, pienso que debería ser fácil.
Categoría: 7. Lo demás
Las cosas de que hablaba al principio son una parte de lo que llamo la pila de papeles. Sólo una parte. El total de la pila de papeles es el total de las cosas pendientes, las visitas, los proyectos, los trabajos; lo que todavía no fui capaz de sacar del archivo de lo por hacer, para meterlo en el archivo de lo ya hecho. La pila de papeles crece, haga lo que haga. La pila de papeles se desparrama por mi cabeza y no puedo pensar.
Una de las propiedades de la pila es que no permite saber qué hay en su interior, a menos que uno la revise de punta a punta. Me da miedo revisarla. Y cuando finalmente venzo el miedo, siento un desgano tan grande que me parece una tarea imposible.
Imagínense una rata de laboratorio en medio de un laberinto. Ustedes conocen el camino correcto, pero la rata no. Ustedes ven el problema en su totalidad, con la solución incluida, pero la rata ve un pedazo de pared que le corta el paso.
Entiendan que no todo lo que hay en la pila es importante. A lo mejor no hay nada que importe de veras. Pero la suma de las partes, la apariencia de pirámide egipcia que tiene la pila, es otra cosa. ¿Qué puede haber ahí adentro, por debajo de poderosos faraones momificados, claves de la vida eterna, secretos del universo?
[…]
El efecto principal de la pila es que no me deja hacer nada. Ella está antes que todo, ella es todo. No puedo moverme. Lentamente me desespero. Con cuidado, con ganas, sin dejarme un minuto libre, me desespero.
[…]
A veces me digo que debe ser muy fácil ordenar los papeles, prestarles un poco de atención, romperlos y tirarlos por ahí, tal vez quedarme con uno o dos que signifiquen algo. Pero no puedo. Mientras tanto, insisten.
Su manera de insistir es ésta: de golpe, cualquiera de ellos me viene a la cabeza; a veces está asociado a otro u otros, a veces no. Entonces se me ocurre que resolver ese problema en particular es lo más importante de mi vida. Estoy a punto de decidirme a atacarlo, cuando recuerdo otro problema, diferente, pero que sin ninguna duda debe ser resuelto antes que el primero. El por qué de esto apenas importa. En un único instante de algo que simula ser lucidez descubro que tiene que ser así, y después ni siquiera vuelvo a preguntármelo.
Cuando el asunto está casi aclarado, el proceso se repite y descubro un nuevo problema todavía más urgente, todavía más importante. En ese momento empiezo a deprimirme. Si dos problemas eran peores que uno, tres ya son un número bastante grande (“dos elefantes molestan mucha gente, tres elefantes…”). Para colmo, empiezo a entender que la cosa no termina ahí. Casi siento placer, mientras entreveo una galería infinita de puertas que se abren, mostrando cada una de ellas un problema mayor que el anterior.
Llegado ahí no me queda ninguna esperanza. El primer impulso de arremeter contra un fragmento de la pila está perdido. En su lugar queda la alegría infantil de descubrir el infinito en mi propia casa.
(Fragmento de una novela corta que escribí en 1978, llamada El borde, que sigue y seguirá inédita.)
Por Eduardo Abel Gimenez. Publicado en Ximenez (ximenez2.blogspot.com).
Acusan admite amenazan anunció aprobó arrancó atenderán aumentaron autorizó brilló caen cambiará celebran coincidieron conspiran contagia crecen desciende eliminará entregó enviará excarcelan expresó extienden extraditan fracasó fueron funcionan ganó lanza limitan llamó llegan matan murió niegan paran pide podrá postergan presentan promete provoca quieren rechazó reconoció reduce rejuvenece reprimen sabemos secuestran trabajan vacunaron vuelve.
Por Eduardo Abel Gimenez. Publicado en Ximenez (ximenez2.blogspot.com).
Empezamos a echar raíces y ya las tenemos que volver a arrancar.
Pero queda un pedazo ahí abajo, siempre queda un pedazo. Raíz sin cuerpo, después duele a la distancia.
Mejor así, parece, dicen. Las raíces acumuladas pueden pesar más que el cuerpo.
Desde un décimo piso, la pequeña raíz cuelga impotente y los que pasan se ríen de ella.
Por Eduardo Abel Gimenez. Publicado en Ximenez (ximenez2.blogspot.com).
Cuando uno es adolescente hace cosas como experimentar con la letra manuscrita, cambiarla, buscar identidad hasta en la manera en que se escribe la letra E. O el número 8. No quedé exento de eso, como no quedé exento de tantas otras cosas.
El ocho, justamente, fue un punto clave. Me gustaban esos ochos técnicos que hacía alguna gente trazando dos círculos uno encima del otro, el de arriba un poco más chico. Así que hice esfuerzos por habituarme, por convertir esos ochos en mi manera natural de escribir. Era joven, y lo conseguí.
Ahora bien, esos ochos son una molestia. O se hacen con prolijidad, o no sirven para nada. Trazar dos círculos, cuando uno está apurado, se convierte en una tarea agobiante. Y peor cuando la escritura manuscrita se va atrofiando gracias al uso de teclados. En la imagen, los ochos de arriba son de esos, tal como me salen ahora. Me molesta sobre todo la tendencia a generar ese arco a la izquierda, como resultado de no levantar la birome al terminar el círculo de arriba. Con ese arco, la mitad inferior del ocho parece un seis.
Así que hace poco decidí dar marcha atrás. Basta de los ochos vanidosos. No es fácil: además de lograr el movimiento pendular, rítmico, envolvente, que requiere un ocho clásico, está la tarea prodigiosa de habituar al cerebro a que no vuelva atrás. En eso estoy. La mayoría de mis ochos, ahora, son como en la parte de abajo de la imagen, de una sola pieza.
Por Eduardo Abel Gimenez. Publicado en Ximenez (ximenez2.blogspot.com).
De vez en cuando un cambio de piel es saludable. Así que atrás queda la Mágica Web (seis años y diez meses, 2.768 posts; seguirá aquí, visitable, por supuesto).
Los invito a todos a Ximenez en Blogger: ximenez2.blogspot.com.
(También sigo con mi anotador de cosas encontradas: ximenez.tumblr.com.)
Gracias por la paciencia y por la compañía.
Nota de febrero de 2018: Acá en el futuro, vuelvo a juntar todo en la Mágica Web y le pongo mi nombre de título. Diez años no es nada.
No hace mucho alguien anunció que decidía poseer solamente cien cosas. Escribió al respecto (ahora no encuentro dónde, pero fue en la Web). Claro, contaba como una sola cosa cierta colección de objetos, herramientas creo, de los que no quería desprenderse. Hubo una discusión (en su sitio o en otro que lo nombraba) acerca de si todos los zapatos que uno tiene son también una sola cosa, y todos los calzoncillos.
Me pregunto si tener un blog es tener una cosa, si tener un papel en el bolsillo con un par de anotaciones es tener otra cosa, si tener una resma de papeles A4 de 80 gramos… Si tener una bolsa de caramelos es tener una cosa. Si tener dos sábanas y una funda para la almohada. Si tener un directorio con veintiséis mil canciones. Si tener un piso hecho con infinidad de piezas de madera organizadas como en un rompecabezas. Si tener seis cucharitas. Si tener un árbol. Si tener un hilo suelto en el pantalón. Si tener más de cien blogs en el lector de RSS.
Perdí de vista la historia, ni un link me queda, tal vez porque no era interesante. O porque tengo demasiadas cosas en la cabeza.
(Y defiendo la libertad que nos dimos en otros tiempos de hablar de algo sin tener la cita perfecta / el link que corresponde. De discutir con fantasmas. De dejar las cosas antes de contar hasta cien.)
Por Eduardo Abel Gimenez. Publicado en Ximenez (ximenez2.blogspot.com).
Mi nombre es Eduardo Abel Gimenez. Soy escritor. Dirigí Imaginaria, junto con Roberto Sotelo. Uri Gordon tomó la foto de al lado.
En la Mágica Web, mi sitio personal, puse lo que escribí, la música que grabé, las fotos que saqué, entre febrero de 2002 y diciembre de 2008. Desde entonces sigo aquí, en Ximenez.
Nací en 1954. Siempre me gustaron los Beatles. Siempre viví en Buenos Aires. Por algún motivo, mi apellido se escribe sin acento. Quien me quiera escribir, puede probar con e.a.gimenez@gmail.com.
Publiqué libros:
- Justo cuando (poesía, con Cecilia Afonso Esteves, Comunicarte, 2016)
- Cuentos de otros mundos (cuentos, Edelvives, 2015)
- Sorpresa y otros 99 cuentos (microrrelatos, Longseller, 2015)
- Vania y los planetas (novela, Edelvives, 2014)
- Tus ojos (poesía, Calibroscopio, 2014)
- El Bagrub y otros cuentos de humor (i)lógico (cuentos, Estrada, 2014)
- Monstruos por el borde del mundo (novela juvenil, reedición, Edelvives, 2012)
- Bichonario. Enciclopedia Ilustrada de Bichos (humor, con Douglas Wright, reedición, Cántaro, 2012)
- El viajero del tiempo llega al mundo del futuro (novela, Editorial Norma, 2012)
- Mis días con el dragón (novela infantil, Crecer Creando, 2012)
- La Ciudad de las Nubes (cuentos, Edelvives, 2011)
- El hilo (libro ilustrado, con Claudia Degliuomini, Del Eclipse, 2011)
- Un paseo por Camarjali (novela, reedición, Editorial Norma, 2010)
- Como agua (libro ilustrado, con Cecilia Afonso Esteves, Del Eclipse, 2009).
- Quiero escapar de Brigitte (novela juvenil, Editorial Comunicarte, Córdoba, 2007).
- La caja mágica (juegos de ingenio, con Douglas Wright, Atlántida, 2001)
- La bruja Cereza y Nadie puede fabricar una manzana (infantiles, con Roberto Sotelo y Douglas Wright, Atlántida, 2001)
- Colección Bichonario (humor, tres títulos, con Douglas Wright, Altea, 1998)
- Monstruos por el borde del mundo (novela juvenil, Alfaguara, 1996)
- Colección El laberinto de los Juegos (juegos de ingenio, tres títulos, con Douglas Wright, Libros del Quirquincho, 1994)
- Colección Bichonario (humor, cuatro títulos, con Douglas Wright, Libros del Quirquincho, 1994)
- Un paseo por Camarjali – El misterio del planeta mutante (novela, Libros del Quirquincho, 1993)
- Bichonario. Enciclopedia Ilustrada de Bichos (humor, con Douglas Wright, Libros del Quirquincho, 1991)
- Días de fuga de la prisión multiplicada (juego de fantasía, Filofalsía, 1987)
- El fondo del pozo (novela, Minotauro, 1985)
Recibí premios (lista con ausentes):
- Destacado de ALIJA (Buenos Aires, 2017), por Justo cuando (con Cecilia Afonso Esteves)
- Segundo premio en la categoría “Novela” del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes (Buenos Aires, 2016), por Juicio a las diez (inédita)
- Destacado de ALIJA (Buenos Aires, 2015), por Vania y los planetas
- Destacado de ALIJA (Buenos Aires, 2015), por El Bagrub y otros cuentos de humor (i)lógico
- Premio Fundación Cuatrogatos 2014 por Monstruos por el borde del mundo
- Mención en los Premios Nacionales de Cultura, categoría Literatura Intantil (Buenos Aires, 2012), por La Ciudad de las Nubes
- Pregonero (Fundación El Libro, Buenos Aires, 2009), rubro Periodismo en Internet, a Guía de Letras
- Destacado de ALIJA (Buenos Aires, 2008), por Quiero escapar de Brigitte.
- Julio Cortázar (Cámara Argentina del Libro, Buenos Aires, 2002), rubro Medio Alternativo, a Imaginaria
- Pregonero (Fundación El Libro, Buenos Aires, 2001), rubro Especial, a Imaginaria
- Fantasía Infantil (Buenos Aires, 2001), Categoría Poesía, por La bruja Cereza (con Roberto Sotelo y Douglas Wright).
- Lista de Honor ALIJA (Buenos Aires, 1992), por la primera edición de Bichonario. Enciclopedia ilustrada de bichos (con Douglas Wright).
- Gigamesh (Barcelona, 1986, compartido con Ursula K. LeGuin) al mejor cuento de ciencia ficción publicado en España, por “Quiramir” (incluido en la antología “Latinoamérica Fantástica”, Barcelona, Ultramar Editores, 1985 —en la página del premio, incorrectamente, dice 1982—).
- Más Allá (Buenos Aires, 1983) a la mejor novela de ciencia ficción publicada en Argentina, por la primera versión de Un paseo por Camarjali, publicada en tres entregas en la revista Parsec.
Colaboré en diarios y revistas, empezando por Expreso Imaginario…
Y además:
Entre 2003 y 2010 coordiné varios proyectos para el portal EducaRed de Fundación Telefónica de Argentina, hoy concluidos: TamTam, Guía de Letras y La Biblio de los Chicos.
Soy autor, junto con Susanne Franz, del juego de tablero Iguana James (Buenos Aires, 1996, Ediciones de Mente).
Hasta diciembre de 1996 fui Gerente de Producción de Ediciones de Mente (Juegos & Co.). Entre 1997 y 2000 tuve mi propia (pequeña) editorial de revistas de pasatiempos, Ediciones ArgenTinta.
En 1992 formé parte del equipo argentino que obtuvo el 2° puesto en el Primer Campeonato Mundial de Juegos de Ingenio (Nueva York).
Como músico, hice ediciones de autor de varios cassettes entre 1982 y 1989; todos inconseguibles. Les debo la lista para otro momento.
Por Eduardo Abel Gimenez. Publicado en Ximenez (ximenez2.blogspot.com).
La Web se pudre de a poco. Siempre se fue pudriendo. Cuanto más se retrocede en el tiempo, más podrido está todo. Uno pone un link, y la única cosa segura es que antes o después, tarde o temprano, va a dejar de funcionar. En inglés tienen una palabra perfecta, linkrot. Wikipedia (traduzco del inglés): “Podredumbre de los links es el proceso por el que los links de un sitio, gradualmente, se hacen irrelevantes o se rompen a medida que pasa el tiempo, porque los websites a los que llevan desaparecen, cambian su contenido o redirigen a nuevos lugares.”
La Mágica Web no es un blog de links. Sin embargo, que los hay, los hay. Sobre todo al principio. Y tras casi siete años de existencia, la podredumbre es ostensible en los links de la primera época. ¿Qué se puede hacer con eso? ¿Vale la pena hacer algo?
La respuesta a las dos preguntas es: no sé, y no sé. Google y el Internet Archive mantienen ricos reservorios de páginas viejas. Para un arqueólogo tal vez no sean lo bastante rigurosos, pero ahí están. Para nosotros, los demás, son poco más que curiosidades, recordatorios tristes de lo que ya no funciona.
Por mi parte, recorriendo los primerísimos links de este blog, me dio curiosidad por saber qué pasa ahora. Por supuesto, la mayoría ya no existe. La inmensa mayoría. La terrible mayoría. Pero ahora hay otros recursos, hay muchas más páginas esperando que a principios de 2002. Está YouTube. Está Google Images. Están los sitios sociales…
La Web se pudre, pero también se reinventa.
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Algunos links viejos, de esos que ya no andan, me dan ganas de volver a buscar. A veces encuentro. A veces no estoy seguro. A veces el resultado es incomprensible.
Recorriendo los posts más antiguos de este blog, el primer link que no anda es uno que llevaba a una noticia en Yahoo News: “Argentina Ends Dual Exchange System” (sí, en aquella época me ocupaba aquí de cosas como el final de la convertibilidad). Se me ocurrió buscar la frase en Google, entre comillas. Imagen del resultado:
Para qué tratar de entender. Me encanta, sobre todo, el “Nigerian Leader…”. Suena maravillosamente a spam. Para cuando esto también cambie, aquí está el link a la búsqueda en Google. Es posible que en algunas de las 34.000 páginas del resultado de hoy se pueda leer la noticia original, sin que haga falta suscribirse a algo o registrarse en algún sitio penumbroso.
“Menos coyuntural” (como escribí ya entonces), la BBC es fiel a sí misma y el link de entonces sigue en pie. (“The people of Argentina have seen their pensions taken away, unemployment soar, inflation jump and their industries decimated.” Y hay gente que ve la crisis económica de hoy en los países centrales como algo original.)
Hay que decir que a juzgar por un post del día siguiente, ni La Nación, ni Clarín, ni Página/12 han sido capaces de mantener una noticia online, al menos en la misma dirección.
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Je. Post musical del 12 de febrero de 2002.
El link http://www.afrocelts.org/indexflash.htm ya no sirve. Pero si le quitamos ese estúpido “indexflash. htm” del final, sí que anda. Lo que no anda más, parece, es Afro Celt Sound System. Las últimas noticias son de 2005. Pero ahora existe YouTube:
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=1dmh1cZQuXk&w=425&h=344]
Algo mejor pasa con el link relacionado con Suzanne Vega (que sí anda, por suerte): “SuzanneVega.com is Suzanne’s new official home on the web. Vega.net has become a collection of the best Suzanne Vega fan sites on the web.” Uau. Suzanne está más grande, por lo que comprobamos que ella también anda. (Grande en todo sentido, S.V., soy fan desde hace más de veinte años.) (Copio la foto para evitar el futuro linkrot. Antes no lo hubiera hecho. Ahora, la vida es mejor así.)
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De lo que sí funciona: Orisinal sigue siendo una colección de juegos hermosos. Gracias, Ferry Halim. También bobdylan.com, una maravilla: todas, todas las letras de las canciones, y en qué discos están, y cosas así:
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=ueGuzmotwaI&w=425&h=344]
¿Cuándo aparecerá el cartel de que este video ya no está disponible? Ocurre con varios videos de YouTube a los que enlazan desde bobdylan.com. Qué potente la miopía de los dueños de copyright. Qué triste la batalla por los derechos de reproducción. Qué pobres somos, qué pobres estamos.
Nada que ver, pero ya que estamos con Dylan, y ya que el link a “Like a Rolling Stone” en bobdylan.com “no está disponible”:
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Uno de los primeros posts con que me divertí: “Una palabra y cómo usarla. Hoy: pejiguera.” El mejor link, el del diario El Día de Tenerife, ya no anda. Usando el buscador del diario, tampoco aparece. ¡Pero para algo está Google!
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Breve post del 13 de febrero de 2002: “Finalmente se supo cómo planeaba Estados Unidos ayudar a la Argentina a superar la crisis: ‘El hijo de la novia’ fue nominada al Oscar.” Y lo peor que puede pasar. Claro, como no ganaron el Oscar, dejaron de pagar el dominio “elhijodelanovia.com” (¡imagínense, nueve o diez dólares por año! Mejor dejarlo a Google.). Resultado: un sitio “colector”, un conjunto de links, alguien que busca hacer plata con (la pérdida de) el tiempo de los demás.
¿Y los Oscars? ¿Por qué no anda más ese link? ¿Les falta plata, acaso?
Eso sí, el dorado queda divino.
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¿Y esto? Es probable que la columna de Dan Gillmor que linkeé aquí exista en alguna parte, pero parece que fue un error citarla traducida. No tengo el texto original, así que no sé cómo buscarla. Kaput.
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El fotógrafo Andrija Ilic ya no está más en focus.co.yu. En febrero de 2002 tal vez no fuera sensato esperar que tuviera su propio dominio, pero ahora sí. (Cuidado. Hacer click en la imagen de arriba hace que aparezca otra ventana con publicidad. Arrgh.)
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Esto no tiene cierre. Es eterno. No sólo porque los links de febrero de 2002 siguen y siguen, sino porque después vienen los de marzo. Y en unos pocos años, los de diciembre de 2008.
Eso sí, hay que alabar, amar, distinguir, sacarse el sombrero ante los sitios que siguen existiendo, los que tras tantos años conservan el contenido en las mismas direcciones, y, en algunos casos, hasta lo mejoran. ¿A alguien se le ocurrirá hacer un premio especialmente dedicado a ellos? Si la vida fuera más justa, sería tema de otro post.
Desde hace unos días tengo mi tumblelog: ximenez.tumblr.com. Ahí van las cosas que encuentro en la Web y me llaman la atención. O algo así.
(Tal vez deba agregar que estas cosas no me duran mucho. Ya hice tres o cuatro blogs de hallazgos y los dejé tirados por ahí. Uno en este mismo servidor, otro en Blogger, otro en WordPress.com… Pero eran distintos, costaba un poco más hacerlos, no sé. Igual no se confíen. O no me confíen.)