Etiqueta: Mágica Web

Juan Falú

[2/4/2002]

Juan Falú toca la guitarra con la caja apoyada en la pierna derecha, de manera que el mástil queda cerca del pecho. Así, la mano izquierda actúa como protagonista, mientras arma las notas: a veces las aleja, y a veces las acerca tanto al plexo solar que esas, las elegidas, no pueden dejar de ser centrales para la música.

La cabeza de Juan Falú se mueve de acuerdo a una combinación de esa mano izquierda y el proceso interior que lo lleva a tocar como toca. Cuando los dedos bajan un semitono, con un movimiento rápido de derecha a izquierda, la cabeza los acompaña, como señalando “hacia allá, hacia allá”. Cuando el dedo mayor se alza sin aviso para crear una nota profunda en la sexta cuerda, la cabeza se echa hacia atrás, con la barbilla apretada al cuello, y las cejas acompañan el movimiento hacia arriba. El resultado es tan intenso que el oyente puede sentir ese movimiento desde las tripas.

En cuanto empieza a tocar, Juan Falú aprieta los labios en pico de pato. Es automático, y no los suelta hasta la última nota de cada pieza. El pico avanza y retrocede según las necesidades de la música, y se complementa con semisonrisas hacia un lado o hacia otro, según la dirección de una melodía o una progresión armónica.

Con toda seriedad, Juan Falú toca melodías a dos voces que suben y bajan en forma paralela, usando la segunda y la tercera cuerdas y un sonido dulce cargado de vibrato: uno de los recursos más tradicionales del folklore. Y de pronto la armonía se dispara en cualquier dirección, hacia acordes completamente impredecibles, uno tras otro, de un modo que parece que no va a terminar nunca; y mientras avanza, Juan Falú sonríe cada vez con más amplitud, se hace cómplice de esos acordes, dice al público “¿Ven? ¿Ven lo que se puede hacer?”.

Los ojos están casi siempre fijos en esa mano izquierda que es dueña de la interpretación. Pero a veces suben un poco, y es ahí que ve a mi hijo que duerme profundamente en la primera fila. Sonríe, aunque la música no lo requiera, y un segundo después me ve a mí, que estoy devolviendo esa sonrisa. Más tarde, en el vestíbulo del auditorio, Juan Falú le va a acariciar la cabeza a Gabriel, reconociéndolo.

El auditorio del Museo del Mar, en Mar del Plata, es una sala chica y cómoda. Ideal para ir temprano, encontrar sitio en la primera fila y dedicarse a entender el lenguaje de gestos de un maestro de la música.

[2/4/2012]

Me atreví a mandarle la reseña a Juan Falú, por mail. Me contestó muy amable. Le gustó, y era la primera vez que encontraba una reseña basada en el lenguaje corporal. Me gustaría tener a mano su respuesta, pero es lo que pasa con el mail anterior a Gmail: está atrapado en un archivo de Outlook, grabado en un CD, inaccesible porque no tengo Outlook instalado.

Juan Falú en Wikipedia, sitio personal, y en YouTube. Sobre el link al Museo del Mar, ya lo advertí antes: cuidado que arranca con música y no hay cómo silenciarla.

April’s Fool

[1/4/2002]

[1/4/2012]

Google sigue con sus bromas del primero de abril. Fielmente, cada año, presenta alguna superproducción al respecto.

Esta vez le toca a Google Maps. Acaban de presentar la versión en 8 bits para NES (Nintendo Entertainment System), la consola de juegos de 1985. Primero, video introductorio en YouTube:

  [youtube https://www.youtube.com/watch?v=rznYifPHxDg]

Y después, Google Maps en 8 bits como opción verdadera (poco útil, pero muy graciosa), con zoom y todo:

Esto seguramente va a desaparecer mañana. Gente rara la de Google.

Notas de Mar del Plata

[30/3/2002]

Sí, vinimos otra vez. A un hotel más caro que el anterior, pero peor. Las alfombras conocieron buenas épocas, tal vez en otro edificio. Los mismos clientes de la década del 60 vuelven siempre, y no se dan cuenta del deterioro (del hotel, así como el de ellos).

En la habitación faltaba el control remoto de la tele. Lo pedimos en conserjería, y nos dijeron que era normal, que la gente se los lleva. Igual nos dieron uno. Susanne estaba asombrada: ¿por qué se lleva la gente un control remoto? Después de darme una ducha descubrí la respuesta: porque en este hotel no vale la pena llevarse las toallas.

Llegamos ayer viernes, al mediodía. Al mediodía de Ferrobaires, que empieza hacia la una y media de la tarde. Llovía. Dos hombres trataban de ganarse unas monedas a cambio de simular que organizaban la cola de los taxis. Tenían bastante éxito, en lo que hace a las monedas.

Estuvimos en un cibercafé, donde Gabriel pudo jugar un rato con Orisinal, que le encanta. Y también con un juego de Garfield que estaba en la computadora. Había que manejarlo con el teclado, mientras una música tecno (ajena al juego y a la computadora, pero impregnada en las paredes del local) hacía lo posible por impedirlo. La impaciencia de Gabriel no me dejó leer las instrucciones, así que estuvimos un rato haciendo que jugábamos a algo que hacía de divertido, mientras Susanne tomaba una verdadera cerveza.

En este momento llueve muchísimo. Hace un minuto me llamó la atención un ruido, y pensé: “La lluvia.” Levanté la vista y no, era la máquina de hacer café. Entonces me di vuelta para ver la calle, y a la vez la máquina se detuvo. Vi la lluvia y oí su ruido auténtico. ¿Cómo puede una falsa alarma ser verdadera a pesar de todo?

Esta mañana, durante las dos horas en que no llovió, fuimos a la playa. Gabriel saltó y corrió lo suficiente para justificar todo el viaje. El guardavidas pasaba el tiempo tocando silbato a quienes se aventuraban a caminar por la escollera, exactamente por debajo del nivel de las peores olas. El sol echó un vistazo, se dio cuenta de que no valía la pena y desapareció otra vez. Gabriel hizo montañitas de arena húmeda, ahí donde las olas iban y venían, y disfrutó de la destrucción consiguiente. Juntó plumas y caracoles. También se mojó la ropa y luego la ropa de repuesto, después de lo cual volvimos al hotel.

No está mal, en realidad. Comemos cosas ricas. Vamos a ir al Museo del Mar a ver a Juan Falú (¿en una pecera?). Tengo esta hora de tranquilidad mientras es el turno de Susanne de ir a Sacoa.

El tren de regreso sale mañana, domingo, a las seis y pico de la tarde.

[30/3/2012]

¿Puedo decirlo? Estoy orgulloso de este post. Ya está.

Los links: Museo del Mar (cuidado que arranca con música y no se puede hacer callar). Juan Falú: sitio personal, y en YouTube.

Unos días después escribí una reseña sobre la presentación de Juan Falú.

Diez razones para hacer este weblog

[30/3/2002]

  1. Tengo dónde anotar espontáneamente algo que se me ocurre, y no perderlo.
  2. Tengo dónde anotar espontáneamente algo que veo en la Web, y no perderlo.
  3. Puedo rescatar cosas que tengo guardadas desde hace años en cajones muy pequeños.
  4. (Cito de memoria a un blogger, no recuerdo quién.) “Si escribo todos los días, escribo mejor. Si escribo mejor, pienso mejor.”
  5. Es divertido.
  6. Puedo usar uno de los mejores formatos que existen en el medio que más me interesa.
  7. Tengo una excusa para volver a contactar gente con la que hace tiempo que no me comunico.
  8. Tengo un impulso para tratar de pensar algo nuevo cada día.
  9. Tengo un espacio donde expresar mi idea de para qué sirve la Web.
  10. Puedo escribir una lista de diez razones para hacer algo, sin sentir vergüenza.
[30/3/2012]

Me acuerdo de cuando hice esta lista. Estábamos en un hotel de Mar del Plata. De noche, en la cama, a oscuras y con insomnio, empecé a pensar estos items. Para anotarlos y no despertar a nadie, busqué papel y birome sin prender la luz y me fui al baño. Al día siguiente armé el post en una compu del hotel.

Estaba claro que ya me había convertido en blogger. Lo que la lista demuestra es que todavía necesitaba justificarme.

La hora del payaso

[29/3/2002]

  • “Asilado” y “aislado” son anagramas.
  • Corto trabalenguas: “Encuentro cruento”, o “Trunco encuentro cruento”.
  • Traduction: “I rewind the tape” = “Reviento la cinta”.
  • “Mazapán” es una forma de decir al vesre “Más panza”.
  • ¿Por qué la ciudad de Arrecifes no tiene industria del coral?

Agregados del sábado 30:

  • El corazón late. El marcapasos lata.
  • Si algo se estropea, queda estropeor.
[29/3/2012]

Arrecifes not found! Pero no temáis: está en la Wikipedia.

Con el tiempo, el título de este post se convirtió en categoría dentro de la Mágica Web, para todo lo humorístico.

El Bagrub

[28/2/2002]

Fui a luchar contra el Bagrub. Armado con mi colección de objetos mágicos, trepé por la ladera de la montaña hasta más allá de los últimos árboles. La caverna estaba escondida en un pliegue de las rocas. Había tormenta. Avancé hasta la entrada, sin prestar atención a los rayos que caían a mi alrededor.

Aliento venenoso, garras por docenas, el Bagrub ocupa tanto espacio en nuestras leyendas que sin él no habría nada que contar por las noches, alrededor del fuego. Ahora estaba cerca de mí, acechando en algún rincón de la caverna. Si yo tenía miedo de algo, era de sus cuernos afilados como espadas, y de sus ojos grises que quemaban la madera con sólo verla.

La caverna parecía desierta. Uno de los trucos del Bagrub: simular su propia ausencia. Pero el mismo silencio era una prueba de que estaba allí: nadie puede oír al Bagrub. Y la falta de olores: nadie puede oler al Bagrub.

Encendí la antorcha. Entré tropezando. Las paredes de roca chorreaban líquidos viscosos y oscuros. Pero los líquidos no eran una prueba de la presencia del Bagrub, sino de monstruos diferentes, que estaban a cargo de otros guerreros de la tribu. Caminé con la cabeza baja, para evitar las alimañas que vivían en el techo. Pronto llegué al fondo.

Dejé la antorcha en una saliente de la pared y descargué los objetos mágicos en el piso. El Bagrub estaba oculto en algún rincón, seguramente dispuesto a saltar sobre mí y cortarme en trozos pequeños con sus dientes de tiburón. Arrojé polvos en todas las direcciones, mientras cantaba la canción de los magos de la aldea. Eché líquidos más viscosos y más oscuros que los que chorreaban por las paredes. Las alimañas del techo cayeron a montones a mi alrededor, vencidas por la magia poderosa de mi tribu.

El Bagrub, en cambio, no aparecía por ningún lado: otra prueba de que estaba allí, porque no hay truco de magia que lo obligue a mostrarse. Terminé de cantar y escuché con atención. Nada. Un instante de pánico me obligó a aspirar hondo antes de continuar: si el Bagrub seguía sin hacer ruidos era porque esperaba el momento de atacar.

Usé la antorcha para encender racimos de sustancia mágica en todos los rincones. El humo me hacía picar la nariz, pero no me detuve. Susurré la canción de muerte de los magos. Pateé tres veces el piso, y luego otras tres. Crucé las manos en el gesto tribal de guerra. Estornudé, aunque no como parte del ritual sino porque el humo se estaba poniendo insoportable.

Y así durante horas. Era difícil la batalla contra el Bagrub, pero yo estaba preparado. A pesar de los malos augurios resistí hasta el final, cuando ya los últimos rastros de humo y polvo se perdían en los intersticios de la piedra. Entonces, agotado, me senté en el suelo y volví a escuchar.

No había ruidos: señal de que ni siquiera respiraba. Tampoco olores, fuera de los que aún quedaban de mis líquidos mágicos: señal de que su corazón negro no latía. Y nada del Bagrub podía verse alrededor: señal de que su cuerpo se había desintegrado. Todos los signos, sólo perceptibles para mis sentidos expertos, indicaban que el Bagrub por fin estaba muerto.

Tras descansar un rato, volví orgulloso a la aldea.

[28/3/2012]

“El Bagrub” llevaba unos años escrito. Lo corregí bastante antes de ponerlo en la Mágica Web. A mediados de 2009 se convirtió, imprevistamente y sin cambiar una palabra, en cuento para chicos, y apareció en un suplemento de cuentos de la revista Billiken.

Visa

[28/3/2002]

El pasado 22 de enero venció la visa que el gobierno de los Estados Unidos me otorgó, por diez años, el 22 de enero de 1992. Durante mucho tiempo fue del todo inútil: en primer lugar, después de 1992 no volví a EE.UU.; y últimamente, de haber ido, no me la habrían pedido. Ahora no tengo planes de viajar (no se puede: la Argentina se separó del planeta Tierra y se aleja a velocidad que tiende a la de la luz para convertirse en un asteroide errante). Pero si los tuviera, tendría que sacar visa otra vez. Algo está mal sincronizado en todo esto.

[28/3/2012]

Ahora viajar es posible, de manera que se diría que la Argentina, en algún momento, volvió al planeta Tierra. El país que se viene alejando del planeta es Estados Unidos, donde entrar se hace cada vez más complicado y humillante. No es que lo haya experimentado personalmente: en este tiempo solo salí de la Argentina para ir a Uruguay. Ni renové el pasaporte.

Este es mi asciirretrato

[27/3/2002]

(Por si alguien no se da cuenta a primera vista: se trata de una imagen de mi “Autorretrato en movimiento“, procesada en GIF2TXT: ASCII Art Made Easy! y luego pasada a negativo.)

[27/3/2012]

“Por si alguien no se da cuenta a primera vista”: uno de mis intentos de ser gracioso, con ese sentido del humor del que muchas veces me arrepiento.

La maravilla es que GIF2TXT sigue andando: “This script takes the URL of a GIF, JPG, or PNG image and converts that image into ASCII text or colored HTML. Not very useful, but pretty cool.”

Maravilla en eBay

[27/3/2002]

En eBay hay diversas maravillas en subasta, tantas que no alcanza la vida para llegar a verlas todas. Esta es una (ir hacia abajo para ver la foto y la descripción del objeto en venta). (Vía un mensaje en Children’s Writers.)

(Nota del 30/7/2003: sigue habiendo maravillas en eBay, pero no esa. Ya desapareció de la base de datos. Lo peor es que ya ni recuerdo qué era.)

[27/3/2012]

“Children’s Writers” es una mailing-list que está en Yahoo. Sigue activa, con cientos de mensajes por mes. Hace muchos años que me desuscribí. De la descripción:

“This list is for the discussion of writing and illustrating for children in all media, including such topics as creativity, work styles and techniques, dealing with rejection, and so on. We do not discuss child-related issues such as parenting or health; we discuss writing and illustrating.”

Pintura rupestre encontrada en el infierno

[26/3/2002]

Se refuta buena parte de la iconografía tradicional, que nunca consideró la posibilidad de un cuatridente. (O tal vez, así como los humoristas descubrieron que es más fácil dibujar manos de cuatro dedos, las imágenes del diablo resultaban más expresivas con sólo tres puntas.)