Etiqueta: MW+X

Frío / calor

[25/6/2002]

Como le dio frío, prendió la estufa. Como le dio calor, prendió el aire acondicionado. Como le dio frío, se puso un pulóver. Como le dio calor, abrió la ventana. Como le dio frío, se tomó un cognac. Como le dio calor, se mudó al otro hemisferio. Como le dio frío, corrió un rato. Como le dio calor, se dio una ducha helada. Como le dio frío, hibernó.

El día empieza bien

[25/6/2002]

El día empieza bien. Está saliendo el sol entre los techos, creando un cielo brillante y limpio. Mucha luz. Gabriel se levantó de buen humor, haciendo chistes (más de movimiento que de lenguaje: está descubriendo un modelo de movimiento corporal tomado de los dibujos animados, realmente gracioso). Ya está en la escuela. No hace tanto frío.

Dolores Keane

[24/6/2002]

Para escuchar: Dolores Keane. (Qué pena la foto ridícula de la página inicial de su sitio.)

[24/6/2012]

Qué cosa que el sitio de Dolores Keane no exista más. Nuevos links:

Claro, en 2002 no había YouTube. Ahora sí:

  [youtube https://www.youtube.com/watch?v=6qdL31uqwBM]

Electric Sufi

[24/6/2002]

Para escuchar: Dhafer Youssef. El disco: Electric Sufi.

[24/6/2012]

El sitio de Dhafer Youssef, con videos.

Cuántas cosas escucha uno que con el tiempo no se acuerda más.

Philip K. Dick en Time

[24/6/2002]

Philip K. Dick. His dark vision of the future is now (Time, via Evhead).

[24/6/2012]

El artículo cambió de dirección. His dark vision of the future is [still] now.

Ritmo de escritura

[24/6/2002]

Cuando escribía a máquina podía empezar una página de una novela cuatro, ocho, dieciséis veces. Ponía el papel en la Olivetti (una Lexicon 80 pesada, llena de metal, admirable), empezaba a tipear, y unas líneas más tarde me daba cuenta de que algo andaba mal. Sacaba el papel, ponía otro y arrancaba de nuevo. Así llegaba al agotamiento o a un éxito relativo. A veces copiaba media página de la versión anterior, para alcanzar el sitio conflictivo con un poco de velocidad y ahí avanzar otras pocas líneas. Era como moverme en un pantano, buscando un camino que tal vez no existiera metido en el barro hasta el ombligo.

Ese sistema horrible me había dado sin embargo un tempo, un ritmo de escritura que extrañé mucho cuando empecé a usar computadora. Porque mientras tipeaba por vigésima vez un párrafo, por adentro pensaba en lo que venía después, las ideas se iban acomodando, tenía tiempo para juntar aire. Con la computadora, de pronto, me encontré con que ese tiempo no existía. Para corregir algo bastaban segundos, no largos minutos. Todo el tiempo usado en escribir era útil, por decirlo de algún modo, y mi cerebro no tenía esos largos intermedios para recargarse.

Por una época lo resolví imprimiendo. Ponía la impresora de matriz de puntos a hacer su siembra ruidosa y mientras tanto pensaba. Después cortaba las hojas del formulario continuo, les sacaba los bordes agujereados, las emparejaba… Para más tarde hacer algunas correcciones que las dejaban completamente inútiles.

No sé cómo se resolvió el conflicto. Pasaron muchos años, en los que no siempre escribí (más bien lo contrario), y ahora todos los ritmos cambiaron. Escribo mucho más rápido que antes. Estoy acostumbrado a subir y bajar por el texto como una araña, tejiendo aquí y allá, modificando palabras, giros, ritmos, acomodando lo anterior a lo nuevo. Ni pienso en imprimir. Y si tengo que retipear algo, por ejemplo debido a un error del sistema, me desespero.

El mayor cambio que noto está en el nivel de sufrimiento. Ahora es nulo, o casi nulo. Escribir resulta profundamente placentero. Antes, lo placentero era haber escrito, más que el acto en sí. Pero no quiero adjudicarle todo a la computadora: creo que otra razón importante para este cambio es que no pretendo, por ahora, escribir una novela. Aunque la tentación empieza a agitarse allá en lo profundo.

Retrato

[23/6/2002]

Gabriel dibujó un retrato de su madre, inspirado por Berni.

[23/6/2002]

Es que la escuela de Gabriel llevó a los chicos de excursión a una muestra de Berni. Supongo que era lo que cuentan acá.

Montañas nuevas

[23/6/2002]

Cada día hay montañas nuevas. Uno se levanta, abre la ventana y ahí están, relucientes, con un copete de nieve recién caída en la cima, siempre distintas de las montañas del día anterior.

Muy bonito.

El problema es de noche, cuando caen las montañas viejas, cuando se mueven las rocas y la construcción avanza a gran velocidad, justo a la hora en que uno trata de dormir, con todo ese ruido.

Ladridos

[23/6/2002]

En este momento: ladridos de un perro que no recuerdo haber oído antes. ¿Cómo es posible, si estoy todos los días aquí sentado, oyendo lo poco que hay para oír?

Escalera impar

[23/6/2002]

Subiendo los escalones de a dos en esa escalera impar, pasó de largo y quedó para siempre quince centímetros por encima del piso.

[23/6/2012]

El quinto de los microcuentos que se incorporaron a El hilo, el libro que hicimos Claudia Degliuomini y yo.

Los anteriores están acá.

Estas son las páginas correspondientes al de hoy (click para ver la imagen más grande).