Mes: febrero 2005
El barco se desliza sobre la ola gigante como si estuviera sonando música de Bach. Hay un trenzarse de espuma y velas, un entrecruce de agua y madera, a la manera de las voces en contrapunto de una partita.
Pero al capitán no le gusta Bach. Está furioso mientras aferra el timón como si todavía tuviera control de lo que ocurre, cuando sólo le sirve para mantenerse en pie. La gorra apenas deja verle las cejas gruesas y negras, y la nariz apenas deja verle los labios delgados y blancos.
El capitán está solo. El barco también. Incluso el mar está solo, a su manera descomunal y autista.
Algo trascendente va a ocurrir.
Gabriel (9) desarrolla un ejemplo de buena noticia y mala noticia.
La mala noticia: te estás cayendo por un precipicio de treinta millones de kilómetros de profundidad.
La buena noticia: antes de golpear en el fondo te vas a morir de hambre.