Falta un libro en ese estante. Ahí, al lado del Dictionary of Quotations, a la izquierda de La tercera ola, justo encima de Marte rojo. No, no me refiero al espacio que dejó The story of writing cuando lo cambié de lugar. Más a la derecha, ahí donde se entevé la contratapa de Lingüística. Y cuando digo que falta no digo que lo hubo y desapareció, digo que es necesario, que nunca estuvo y no sé si estará, que la biblioteca sería otra cosa si en ese lugar, en ese hueco, hubiera un libro.
Mes: marzo 2006
Cinco ladridos y un silencio. Tres ladridos y un silencio. Seis ladridos y un silencio. No, no me hables ahora. Cuatro ladridos y un silencio. Por favor, ¿no ves que estoy concentrado? Cinco ladridos y un silencio. Me vas a hacer perder. Dos ladridos.
Esta hoja de papel sobresale un poco de las otras, y no tengo explicación. Son todas iguales, están parejas, y sin embargo esta sobresale un poco, apenas, lo suficiente para volverme loco.
Taylor Browne sale de la oficina a medianoche, sin sospechar que estoy escribiendo sobre él. Lleva el portafolios bajo el brazo derecho, y parece contar los mosaicos del piso con la mirada mientras camina hasta el ascensor. No se da cuenta de las palabras que lo describen aquí. Ya en la calle, levanta la vista hacia el negro amarillento del cielo que la ciudad ofrece a esa hora, vuelve a bajarla y se encamina a la estación de tren. No ha oído hablar de mí, y es poco probable que en el futuro se entere de mi existencia. Camina rápido. En la calle desierta los pasos hacen el ruido de una vieja máquina de escribir. Mientras tanto esta página se va llenando de letras que lo representan malamente, que lo exponen sin explicarlo, que lo señalan sin redimirlo, y él sin darse cuenta.
El libro que ríe
(PDF, 276K, 78 páginas)
Este PDF es una nueva colección de textos, la mayoría publicados originalmente en La mágica Web (así como la imagen de la tapa). Se puede bajar bajo una licencia Creative Commons, la misma que utiliza el sitio. Esta es la brevísima introducción que escribí:
“A veces, cuando me pongo a escribir, se interpone una especie de veta humorística que no siempre entiendo, y que (admito) los demás entienden todavía menos. El resultado va del chiste tonto al acertijo, de la noticia falsa al relato absurdo, pasando por los dichos memorables de un chico (mi hijo) y ciertos momentos de la vida que de otro modo más valdría olvidar. Esta colección de textos apunta en esa dirección, aunque no siempre dé en el blanco.”